La Transdisciplinariedad y la Investigación participativa
en una perspectiva de diálogo intercultural e intercientífico

F. Delgado
Director Ejecutivo AGRUCO (UMSS - FCAyP, COSUDE). Docente de la Facultad de Agronomía - UMSS
E-mail: freddydelgado@agruco.org

 
Antecedentes

Existe una coincidencia generalizada en el mundo, en que la crisis del modelo occidental de desarrollo que prioriza el crecimiento económico y el bienestar material, no ha funcionado y más bien ha ahondado la pobreza y la desigualdad social, afectando además la sostenibilidad de la vida en el planeta por su acelerado deterioro ambiental y una pérdida de los valores éticos (PNUMA - UNCTAD, 1974).

El desarrollo sostenible que surge como un nuevo paradigma y un nuevo concepto, es parte de un proceso que Escobar (1995) llama de “problematización global de la relación entre naturaleza y sociedad y que han traído consigo una serie de discursos que buscan dar forma a la realidad a que se refieren”. Lo cierto es que la crisis no es de un concepto o un discurso de desarrollo que debe modificarse, sino que como dice Morin (1995), “se trata de una crisis autoparcial, de una crisis cultural de civilización, de una crisis industrial/económica, crisis del oeste, crisis del este, crisis del sur y crisis planetaria”, donde “la crisis ecológica no afecta más que a un aspecto, a un síntoma de una crisis mucho más radical que afecta a los principios de una inteligibilidad de las creencias asentadas y de los mitos motores de nuestra civilización. Es en este sentido en el que efectivamente se puede hablar de crisis de civilización”.

Esta crisis de civilización está claramente identificada con occidente (tanto EEUU como Europa), donde su ciencia y su tecnología han jugado un rol fundamental en todo este proceso de crisis que ha puesto en riesgo la vida en el planeta. Es por ello que “cualquier definición de sostenibilidad, es necesario, de hecho, que tenga en cuenta las dimensiones cultural y estructural, ya que de lo contrario, alentará las destructivas tendencias del despotismo urbano - industrial en que nos ha introducido la dinámica del capitalismo” (Sevilla y Alonso, 1994). Por tanto el desarrollo en su versión economicista o ahora en su versión sostenible, dio hegemonía global a una genealogía de la historia puramente occidental, limitando a los pueblos indígenas originarios de otras regiones del mundo, la oportunidad de plantear sus propias concepciones y visiones del mundo y del cosmos, que permita la recreación y generación permanente de conocimientos desde lo local, fortaleciendo sus culturas, sus saberes, sus tecnologías, sus métodos y sus herramientas.

Hoy surge desde los diferentes continentes y regiones del mundo, desde culturas y pueblos antiguos como la China, la India, la Maya y la Andina, la necesidad de revalorizar y recrear su sabiduría en base a un diálogo de saberes, donde la ciencia occidental moderna es parte de este proceso.

Nuevos paradigmas en la ciencia occidental moderna: La transdisciplinariedad y la investigación participativa

En los últimos cincuenta años, la apertura de esta ciencia occidental moderna para discutir sobre la validez científica de otras perspectivas que no parten del único y dominante enfoque neopositivista, ha permitido enriquecer el sistema de conocimientos de la sociedad global, que es al final de cuentas al que deben aportar todas las investigaciones científicas.

Sin duda que los cuestionamientos a la crisis del modelo occidental de desarrollo y las consecuencias indeseadas de su aplicación, han influido notablemente en las reflexiones y estudios que se han realizado desde la ciencia occidental moderna, dando origen al surgimiento de nuevos paradigmas y la apertura y flexibilidad para el diálogo intercultural e intercientífico en base a un profundo cuestionamiento a lo que se ha denominado como el neopositivismo basado fundamentalmente en la objetividad, universalidad y cuantificación - medición y experimentación de todo proceso de investigación. Fruto de ello y como resultado de las investigaciones de AGRUCO durante casi 20 años en y como parte de la cultura Andina, es que proponemos en este artículo a la transdisciplinariedad y la investigación participativa como un aporte y avance sustancial en la perspectiva de construir un diálogo entre el conocimiento científico y la sabiduría de los pueblos indígenas originarios, construyendo puentes epistemológicos que fortalezcan las ciencias Chinas, Indias, Mayas, Mapuches, Andinas y Occidental Moderna.

Después de más de un siglo de debates teóricos y epistemológicos sobre la objetividad y la subjetividad de la ciencia moderna, la universalidad y el relativismo de sus resultados, la discusión continúa encontrando cada vez más complementariedad entre las posiciones estructuralistas y las no estructuralistas, entre los métodos cuantitativos utilizados por el neopositivismo (que ha sido la perspectiva dominante en la ciencia) y el del paradigma hermenéutico que parte de la perspectiva del actor, en el que predominan los métodos cualitativos, donde las nociones de comprensión, comunicación y diálogo, desempeñan funciones centrales (Torres, 2000).

La ciencia occidental moderna debe continuar buscando complementariedades o tomar el riesgo de aislarse, en un mundo que se globaliza no sólo a nivel de la apertura y la emergencia de mercados financieros globales, o por la integración vertical de empresas que proveen insumos para un único mundo consumista, o por el predominio vertical y avasallador de las transnacionales que intentan apropiarse del mercado de la alimentación a través de la producción de semillas y alimentos transgénicos, sino en un mundo que se abre al conocimiento de otras culturas y saberes.

Los avances de la ciencia occidental moderna y de la globalización, cuyos objetivos no deberían ser para buscar el predominio de la lógica económica de mercado (que ha causado en el mundo tanta miseria y deterioro ambiental), deben aceptar que existen otras lógicas y maneras de ver el mundo que permiten mantener una relación equilibrada de la sociedad con la naturaleza en base a una economía de reciprocidad, donde las relaciones sociales se basan en la ayuda mutua, la solidaridad y la redistribución equitativa de los recursos naturales en base a decisiones que intentan relacionar la comunidad con el individuo y la familia.

Los avances en esta perspectiva, lógicamente han tenido mayores repercusiones en comunidades científicas latinoamericanas, asiáticas y africanas a partir de las investigaciones etnológicas, etnohistóricas y antropológicas, creando una mayor predisposición y avidez de buscar cada vez más la participación de la sociedad civil o de los actores sociales locales, en las políticas, programas y proyectos de investigación y de desarrollo.

Es lógico entonces considerar que los aportes de las corrientes que cuestionan el neopositivismo y que nacen a partir de la obra trascendental de Kuhn (1994): “La estructura de las revoluciones "científicas”, son fundamentales en este proceso de reflexión y tienen cada vez más “partidarios” en sociedades con una variabilidad cultural y ecosistémica mayor, además se constituyen como la opción “científica” de las comunidades científicas no occidentales y en el marco teórico y metodológico de la investigación participativa y la transdisciplinariedad, constituyéndose como puentes epistemológicos entre los saberes de los pueblos indígenas originarios y el conocimiento científico donde se resalta la fuerte interrelación entre investigación y acción-desarrollo” (Figura 1).

La gráfica demuestra la interrelación entre el conocimiento científico y los saberes locales a través de la transdisciplinariedad y la investigación participativa donde la investigación transdisciplinar y la interacción social con comunidades campesinas y municipios se unen en una perspectiva de diálogo intercultural e intercientífico.

Investigación transdisciplinar (Conservación de suelos y Agroecología)

- Formas de cooperación recíproca (Ayni, Minka, trabajos comunitarios)
- Predicción del clima

Interacción social con Comunidades Campesinas y Municipios

- Prácticas de Conservación de suelos con Cooperación recíproca
- Terrazas de absorción - Formación lenta
- Zanjas de infiltración

Figura 1. La transdisciplinariedad y la investigación participativa para el diálogo intercultural e intercientífico.

La transdisciplinariedad para el diálogo intercultural e intercientífico

La transdisciplinariedad y las investigaciones participativas son dos consecuencias y resultados favorables del siglo y medio de debates epistemológicos y metodológicos de la comunidad científica occidental, que ha empezado a reconocer y a aceptar los aportes de las sabidurías de los pueblos indígenas originarios de las sociedades no occidentales (cómo es la andina), especialmente por su relación equilibrada con la naturaleza y su percepción integral de la vida, siendo nexos fundamentales a considerar para la perspectiva de un diálogo intercultural e intercientífico.

Es por ello que desde varios campos de la ciencia, se van dando pasos para sentar las bases de un nuevo paradigma menos rígido y más respetuoso con la complejidad que se viene detectando en la materia, los seres vivos y la sociedad, en general. En tales circunstancias es preciso realizar trabajos enfocados al análisis y comprensión de las relaciones entre disciplinas/campos y conocimientos, ya que de esta interdependencia entre las partes surgen, normalmente, nuevas propiedades que antes no poseían esas partes consideradas de manera aislada (Torres, 2000).

Como indica Torres (2000) “La interdisciplinariedad implica una voluntad y compromiso de elaborar un marco más general en el que cada una de las disciplinas en contacto son a la vez modificadas y pasan a depender claramente unas de otras”, dando como resultado una intercomunicación y un enriquecimiento recíproco y, en consecuencia, una transformación de sus metodologías de investigación, el uso paralelo de varios métodos (perspectiva multimetodológica), una modificación de conceptos y de terminologías.

En esta perspectiva, la transdisciplinariedad como una etapa superior de la interdisciplinariedad y la integración, la entendemos como un proceso de autoformación e investigación/acción que se orienta en la complejidad real de cada contexto, superando los límites del conocimiento disciplinario, de modo que la investigación y la recreación de alternativas y soluciones sean definidas indistintamente de su conocimiento específico y metodológico.

La transdisciplinariedad, por tanto, es un concepto que asume la prioridad de trascender a las disciplinas y a su simple interacción mecánica o una sumatoria de disciplinas, cada una con sus teorías, métodos y metodologías (multidisciplinariedad e interdisciplinariedad). En este nivel desaparecen los límites ante las diversas disciplinas y se constituye un sistema total que sobrepasa el plano de las relaciones e interacciones entre tales disciplinas, dando origen a una macrodisciplina, pero fundamentalmente da la apertura a otras formas de conocimientos y a otras culturas, a lo que hemos denominado como diálogo intercultural e intercientífico, donde se reconoce a cada cultura y cada conocimiento como parte de un todo que interactúa entre sí.

En esta perspectiva, nos adscribimos como individuos o comunidades formados en el conocimiento científico occidental moderno pero con el pleno reconocimiento de la sabiduría de nuestros pueblos indígenas originarios, en lo que se ha denominado por Kroker, A. (1980) la “interdisciplinariedad crítica” que obliga a una deliberación colectiva de problemas públicos y a la presencia de las memorias reprimidas y silenciadas en el análisis de las experiencias de carácter sociohistórico. Esta perspectiva crítica, según el mismo autor, conlleva a repensar, redescubrir, reconceptualizar las razones de marcos teóricos y conceptuales y metodologías, recuperando las voces de quienes quedaron en el camino.

El diálogo intercultural y la investigación participativa

Por otra parte, los aportes de la investigación participativa, que hoy a tomado carta de ciudadanía mundial después de un largo periodo de cuestionamientos desde la ciencia neopositiva atribuidos a la subjetividad de los saberes locales y su no universalidad, aparecen hoy como fundamentales en la construcción de opciones de desarrollo sostenibles, construidos a través de siglos de experiencia en su relación con la naturaleza, en una diversidad de ecosistemas y culturas que no pueden ser negadas por la ciencia moderna y la cultura occidental que ha intentado hacer prevalecer una sola visión del mundo y su total hegemonía.

El enfoque metodológico de la investigación participativa y la aplicación de métodos y técnicas cualitativas, se han basado para el caso latinoamericano, en la construcción conjunta de conocimientos entre investigador científico o comunidad científica y familias o comunidades indígenas o campesinas, lo que ha permitido iniciar un diálogo dentro de un proceso histórico que reconoce como diferentes cada pensamiento filosófico y científico, y no como saber genéricamente prehistórico y primitivo o subdesarrollado. Además, el pluralismo cognitivo y metodológico, propio de algunas escuelas de las ciencias sociales que surgen a partir de la publicación de Kuhn (1994), han sido fundamentales para promocionar un proceso de diálogo de saberes entre el conocimiento científico y el saber andino en el caso boliviano, que permitiría aportar de forma más práctica y con reciproco beneficio, planteamientos de investigación y desarrollo desde la perspectiva del actor local.

Por tanto, nuestra propuesta es avanzar en la relación sujeto-objeto del neopositivismo cómo sistema de generación de conocimientos y empezar una relación de un sujeto, que aplica el método científico moderno occidental y tiene una visión determinada por su formación científica, sin dejar de tener su propia visión de la vida; con otro sujeto, que se basa en la praxis de su vida cotidiana y no conoce ni aplica el método científico moderno, por lo menos en toda investigación donde se genere una interrelación entre seres humanos y que busque el consenso entre el conocimiento científico y los saberes locales, pues nuestros pueblos no pueden seguir siendo el objeto de estudio de la ciencia occidental moderna (Delgado, 2001).

En este caso, se relativizarían los enunciados de causalidad que encierran a las ciencias naturales en una torre de cristal aislándola de la dimensión histórica, social y pragmática de lo que debería ser la empresa científica, cómo si fuera algo que está fuera de la historia y que gracias a su método resulta ser independiente de los sujetos que la producen. Esta propuesta, rompe el campo de las relaciones sujeto - objeto e intenta superarla con una dimensión horizontal en la interacción entre sujeto investigador científico y sujeto investigador local, cuyo resultado es la investigación participativa, diferente al planteamiento de la epistemología positivista clásica, que desprecia al objeto del conocimiento y prioriza por el contrario al cómo hacer que este se refleje sin distorsiones; tomando además “la reflexividad como una segunda dimensión vertical en la interacción sujeto - objeto” (Lamo de Espinoza, et. al., 1994).

Mejores perspectivas para el diálogo intercientífico e intercultural sur - sur

El considerar los avances desde algunas escuelas de la comunidad científica occidental, no desconoce las enormes brechas con los neopositivistas ligados generalmente a intereses específicos de la industria y el comercio transnacional que han promovido y prometido un desarrollo material sin límites. En esta perspectiva, reconocemos y nos adherimos plenamente a los cuestionamientos y el análisis que hace Alvares (1996) sobre los principios y objetivos de la ciencia y el desarrollo en el diccionario del desarrollo, editado por primera vez en 1992 por Wolfgang Sachs.

Es por ello que partir del análisis del conocimiento desde cada contexto, desde cada cultura y desde cada ciencia, sin preocuparse en el resultado de su posible validez o falsación a priori, permitiría un diálogo intercientífico que deje la razón instrumental que según Quijano (1988) parte de la relación entre fines y medios donde lo racional es lo útil y la utilidad adquiere su sentido desde el dominio del poder. Ese poder que ofrece la ciencia moderna promete un paraíso material que de fin a la pobreza y la opresión, pero que hasta ahora no ha cumplido, perdiendo credibilidad (Alvares, 1996). La afirmación de que el conocimiento científico pretendidamente global explica “como ocurren las cosas” (Rist y Haverkort, 2004) tratando de universalizar los conceptos a partir del racionamiento lógico, denotan una fuerte tendencia materialista y racionalista, donde la intuición y otras formas de racionalidad y lógica no son aceptadas, siendo esta la mayor brecha para el diálogo intercultural e intercientífico. Partir de cómo ocurren las cosas es coherente con el logos o racionamiento lógico, basado en la medición y la cuantificación que busca ante todo la objetividad, pero el objetivo se refiere al objeto en sí y no a nuestro modo de sentir y pensar, pues esto supondríamos que todos pensamos y sentimos igual, siendo el objeto solo perceptible por los sentidos.

Partir de “cómo ocurren las cosas” (de que modo o de que manera) nos lleva a preguntarnos, una vez conocida la respuesta, para que necesitamos y que haremos con estos resultados. Para la ciencia occidental moderna, esto es claramente encomendado a una comunidad científica, ligada a la perspectiva dominante y utilitaria de la razón instrumental, donde las mismas sociedades occidentales no acceden a la toma de decisiones que lo realizan los científicos y los políticos en permanente alianza. El “porque ocurren las cosas” según la lengua española esta relacionado a la causa, razón o motivo, pero como conjunción final, también puede referirse al “para que”. En tal sentido, “el porque y el para que” se refieren más al modo de pensar y sentir y no al objeto en sí. El modo de pensar y sentir no es instrumento para utilizarlo desde el poder dominante de un círculo de científicos, es más bien una apertura para dialogar entre diferentes modos de pensar y sentir.

Estos argumentos, permitirían afirmar que existe una mayor perspectiva para el diálogo intercultural e intercientífico entre ciencias que no han cerrado su visión del mundo a hegemonizar el conocimiento, reconociendo más bien que cada conocimiento y cada ciencia es parte de la diversidad cultural existente en el mundo y que ha permitido recrear conocimientos y construir su ciencia y tecnología. En tal situación, la ciencia moderna occidental debe aceptar que es parte de este bagaje de maneras de ver el mundo y de la diversidad cultural que intenta dialogar para una mejor convivencia con las otras sociedades, la naturaleza y lo extrahumano.

Referencias

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