Sostenibilidad sociocultural
en la agricultura tradicional boliviana

Rist S.

Co-Director AGRUCO - UMSS

 

El presente artículo es un resumen de una investigación que fue presentada en la 11ava.. Conferencia Científica Internacional de la Federación Internacional de Movimientos para la Agricultura Ecológica (IFOAM), que se realizó en Dinamarca entre el 11-15 de agosto de 1996. Basándonos en la investigación y trabajo de apoyo a comunidades, efectuado durante los últimos 10 años en sociedades tradicionales de Los Andes bolivianos, se demostrará que la práctica del desarrollo sostenible llevada a cabo actualmente, prioriza los aspectos económicos ecológicos expresado en el llamado "precio justo" para productos "ecológicos" principalmente para la exportación; sólo de manera parcial, integra criterios socio-culturales, dando lugar a acciones de apoyo que carecen de sostenibilidad social y cultural. Para subsanar la mencionada deficiencia se propone la definición de indicadores para la sostenibilidad socio-cultural que toma en cuenta los objetivos múltiples de la producción en las comunidades campesinas-indígenas de Bolivia.

1. Introducción

Una de las consecuencias del creciente interés mundial en los aspectos ecológicos, es la aparición de un mercado mundial para toda una gama de alimentos orgánicos que deben ser producidos de acuerdo a normas específicas que garantizan la obtención de alimentos "orgánicos" producidos principalmente sin el uso de agroquímicos, generalmente asociados a los sistemas agrícolas "modernos" de uso intensivo de insumos externos.

La aparición de un mercado tanto interno como mundial para los productos orgánicos nos muestra que éste se ha convertido en un factor importante para el desarrollo rural. Sin embargo, el mercado para los productos orgánicos difiere esencialmente de otros, ya que éstos adquieren su "significado social", en la medida que contribuyen al logro del "desarrollo de una agricultura orgánica como un método sostenible, ecológica y socialmente adecuado de producción de alimentos". Para determinar el grado de adecuación entre un sistema agrícola dado y los objetivos establecidos, IFOAM, ha puesto en vigencia una serie de requerimientos mínimos; considerando aspectos biológicos, ecológicos y sociales.

Esto quiere decir que la agricultura orgánica que provee a los mercados locales y/o mundiales con alimentos orgánicos en vez de priorizar la maximización de las ganancias y utilidades, debe establecer relaciones económicas entre productores y consumidores, que a su vez deben ser legitimadas a través de su relevancia ecológica y socio-cultural. Para lograr esto, IFOAM ha establecido las "Normas Básicas para la Agricultura Orgánica y Procesamiento de Alimentos" y las "Guías ... para Derechos Sociales y un Comercio Justo" (IFOAM, 1996).

Las normas básicas constituyen el fundamento del sistema de certificación que garantiza que los productos orgánicos han sido cultivados y transformados según la filosofía de la agricultura ecológica; la certificación a la vez facilita a los productores el acceso a un mercado nacional e internacional que otorga un "bono ecológico" expresado en un precio ligeramente mayor que el precio de un producto que no ha sido obtenido en forma orgánica.

2. ¿Validez global de los requerimientos mínimos?

Independientemente, de la gran diversidad de situaciones ecológicas y socioeconómicas específicas, IFOAM, como movimiento internacional, ha establecido los requerimientos mínimos, tanto ecológicos como sociales, para la agricultura orgánica suponiendo que son válidos a nivel global.

La validez universal de los requerimientos mínimos a nivel ecológico es evidente, ya que éstos son determinados por las condiciones naturales del lugar. Por lo tanto, los requerimientos ecológicos mínimos pueden ser aplicados de manera relativamente sencilla, a una gran variedad de condiciones naturales.

En cuanto a los requerimientos mínimos en el ámbito socio-cultural, IFOAM, ha determinado que la agricultura orgánica, y los mercados correspondientes para los productos orgánicos, deben facilitar el acceso a todos los involucrados, a una "calidad de vida conforme a los Derechos Humanos de Naciones Unidas" y cumplir con lo establecido en las "Convenciones de la OIT y el cuadro de Naciones Unidas relativo a los derechos de los niños" (IFOAM, 1996). Con respecto a los sistemas de agricultura indígenas, los principios generales establecidos, sólo intentan garantizar "precios más justos" para los alimentos orgánicos que entran a los mercados de productos orgánicos (IFOAM, 1996).

A nivel nacional, la Asociación de Organizaciones de Productores Orgánicos de Bolivia (AOPEB) ha determinado las "Normas Básicas para la Agricultura en Bolivia". En lo referente a los indicadores socio-culturales, ratifica el marco de referencia vigente a nivel internacional (AOPEB, 1996). Por lo tanto, mediante la aplicación de una serie de criterios socio-culturales universales, se intenta definir los parámetros que le den a la agricultura orgánica y a sus mercados respectivos, un "significado social".

Sin embargo, la investigación relacionada al desarrollo y la cultura en los países del sur muestra cada vez más claramente que el concepto de "calidad de vida" basado en las premisas de los Derechos Humanos y el criterio económico de la OIT no es ni objetivo ni universal. El concepto de "calidad de vida" descrito en la Convención de Derechos Humanos, es el resultado de una construcción social que se apoya en el materialismo científico (Verhelst, 1990) que, a su vez, representa al entorno ético de la sociedad occidental, que "a través de su expansión comercial destruye otras culturas" (Havel, 1994). Basados en estas premisas, sentimos que es necesario buscar una definición de criterios socio-culturales que no prolonguen las tendencias etnocéntricas de los países occidentales, sino que, por el contrario, parta de los valores éticos específicos de las culturas y los conceptos de vida de los propios pueblos nativos.

3. Requerimientos socio-culturales mínimos de IFOAM y la agricultura tradicional en Bolivia

Las falencias en los indicadores sociales de IFOAM también se hacen evidentes si consideramos algunas de las características estructurales de los sistemas agrícolas tradicionales en Bolivia:

La producción de las familias y comunidades campesinas está ligada a objetivos múltiples, siendo éstos de naturaleza económica, ecológica, social y cultural. Por lo tanto, las comunidades indígenas no sólo utilizan relaciones mercantiles para conectarse con los mercados nacionales y mundiales, sino que también utilizan relaciones sociales, no-mercantiles o de subsistencia como la reciprocidad, redistribución y la solidaridad que se derivan de un concepto de vida que difiere, en gran medida, de aquello del "homo economicus" que predomina en las sociedades occidentales (Rist y San Martín, 1993).

Es una suposición generalizada el que las economías de subsistencia sólo siguen existiendo debido a que la generación de ingresos monetarios se ve limitado por la baja productividad de los sistemas agrícolas tradicionales. Si bien esto, en algunos casos, es cierto, resulta también evidente que en las sociedades rurales de Bolivia, los actores sociales, en forma conscientemente, han elegido, mantienen y revalorizan las relaciones sociales y económicas consideradas despectivamente como de "subsistencia" como parte de una forma de vida propia. Del mismo modo, en otras culturas, se ha observado que los beneficios de la producción industrial o de mercancías y el ingreso monetario, son valiosos para las poblaciones indígenas, sólo en la medida en que representan nuevas fuentes de fortalecimiento para su forma de vida ligado a la "subsistencia", que a su vez es definido culturalmente (Dick, 1996).

Otra característica estructural de la realdad boliviana es el hecho de que la demanda nacional para el mercado emergente de productos orgánicos, se halla en los estratos superiores de la sociedad urbana. De esta manera, en el mismo país, se puede observar una situación similar a la que se presenta a nivel mundial; la demanda para productos orgánicos se concentra en los grupos ricos de la sociedad, mientras que los campesinos, que en su mayoría representan a los sectores pobres, son los productores. De manera implícita, esto nos muestra que mediante los mercados no solamente se intercambian bienes, sino que a la vez se establecen relaciones entre culturas diferentes.

4. Estructura de producción y su uso como un indicador para la sostenibilidad socio-cultural

Visto de esta manera, queda claro que las estrategias de apoyo a las comunidades campesinas que buscan acercarse mejor a los principios de la agricultura orgánica, deben partir de la estabilización, potencialización y vitalización de los sistemas tradicionales existentes, considerándolos como la representación socioeconómica, ecológica y tecnológica de un concepto de vida basado en una cultura propia.

Hasta ahora IFOAM y su representante nacional AOPEB, han sido capaces de conectar los sistemas agrícolas tradicionales con los mercados nacionales e internacionales de productos orgánicos como son el café, cacao, quinua y verduras. Por lo tanto, la definición de los indicadores socio-culturales, debe abarcar los objetivos múltiples que guían los procesos productivos de los sistemas agrícolas indígenas. Al mismo tiempo, los indicadores deben permitir evaluar si el nexo creciente de la agricultura tradicional con el mercado o cualquier otro apoyo, fortalece o debilita el sistema como un todo. Esto ayudaría a evitar las tendencias actuales donde las familias campesinas, motivadas por los altos precios ofrecidos para algunos productos orgánicos, modifican su estructura productiva de tal manera, que la tierra o la fuerza de trabajo requeridas para el cumplimiento de los objetivos socio-culturales de la producción se agotan; lo que llevaría a una pérdida de la autonomía social y cultural.

En numerosos estudios socioeconómicos llevados a cabo por AGRUCO, en varias comunidades indígenas en Los Andes y en el trópico de Bolivia, se ha visto que tanto el destino de la producción como la producción diversificada en sí pueden ser usados como un indicador que, de manera directa, puede ayudar a hacer visible los objetivos múltiples que estructuran la organización social de la producción tradicional. La Figura 1 muestra la situación en un área donde los campesinos recién están ingresando al mercado de la quinua. Basado en un estudio de caso de cinco familias representativas, se determinó el destino de la producción (Tapacarí, Cochabamba).

Figura 1. Destino de la producción de papa y quinua en la comunidad Japo del Ayllu San Antonio de Mujlli (Torrico, 1993).

Los promedios de los datos recolectados de cada familia muestran que los objetivos económicos y socio-culturales que dirigen la producción de las familias campesinas se expresan nítidamente en el destino de la producción. La participación en los mercados se combina estratégicamente con los productos de "subsistencia", categoría que engloba las proporciones referidas al consumo propio, la reproducción de los medios productivos (semillas), la transformación y almacenaje de productos no perecibles en previsión de una escasez futura "chuño" y la reproducción de las relaciones sociales no mercantiles como son el trueque, los regalos y contribuciones a las instituciones comunales (reciprocidad). Es una característica inherente a la producción que, generalmente una pequeña parte de esta producción se destina al uso comunal que genera beneficios sociales y culturales que exceden por mucho su valor en términos de la economía de mercado. Cuando se considera la subsistencia como un, todo integrado", es evidente que el destino de productos que asumen funciones sociales y culturales son importantes, ya que establecen y refuerzan las relaciones que vinculan a los miembros de la comunidad resultando en una mayor cohesión de los grupos sociales (Dick, 1992).

Si consideramos la producción de quinua, se puede observar que un vínculo comercial directo tendría un efecto negativo tanto en la estructura de producción como en el destino de la producción. Si por un lado, se vendiera la quinua que se utiliza actualmente para el autoconsumo (94% de volumen total), es obvio que dada esa condición, esto ocasionaría el deterioro de la calidad y seguridad alimentaria del campesino. Por otro lado, si la proporción actualmente destinada a fines socio-culturales como el trueque, reciprocidad o reproducción de los recursos genéticos diversificados se vende, es evidente que esto contribuiría al deterioro de la organización socio-cultural.

Teóricamente, el área cultivado con quinua puede ser incrementada para que las cantidades obtenidas adicionalmente, se vendan para así establecer relaciones comerciales sin consecuencias perjudiciales para la actual estructura productiva. Sin embargo, el incremento unilateral de la superficie cultivada para quinua se ve frenado por restricciones ecológicas y sociales. Los granos sólo pueden ser cultivados en el segundo año de la rotación de cultivos, normada a nivel comunal en el marco del sistema de las "ayanokas". A su vez, tampoco resulta fácil la ampliación de la frontera agrícola cultivando mayor superficie de papa, ya que el mismo cultivo requiere alta inversión de fuerza de trabajo familiar muchas veces limitada por las personas disponibles, o bien es limitado por factores asociados con la reducción en la tenencia de la tierra (minifundio).

Una situación diferente se encuentra en el Altiplano Sur de Bolivia donde no se practica una rotación de cultivos, como es en el caso de las "ayanokas", por las características climáticas particulares la agricultura campesina se basa en una rotación de hasta 40 diferentes ecotipos de quinua teniendo cada uno su nicho ecológico específico (San Martín, 1988).

También en esta situación la orientación unilateral al mercado "orgánico", que solamente demanda para uno de los más de 40 ecotipos (Quinua Real) ya ha llevado a la desestructuración significativa del sistema tradicional; la ampliación excesiva del cultivo de Quinua Real, se traduce en la concentración y hasta la mecanización inadecuada de la producción en las pampas, la rotación de ecotipos es sustituido por el monocultivo varietal llevando a graves consecuencias en la fertilidad de suelos y la sanidad animal; en desmedro directa de la sostenibilidad ecológica y socio-cultural.

5. Conclusiones

Los ejemplos presentados, muestran de manera clara que una mayor vinculación con el mercado de la quinua o de otros productos agrícolas, necesariamente implica considerar todos los efectos que esto podría ejercer sobre el sistema en su conjunto, incluyendo todos los productos agrícolas. También es evidente que un "precio justo" en estas condiciones no constituye indicador alguno para evaluar la sostenibilidad socio-cultural de las modificaciones introducidas. Por lo tanto, a nivel socio-cultural, el incremento de un producto específico, es positivo, o dicho de otra manera no muestra efectos negativos solamente, si es el resultado de un fortalecimiento de los sistemas indígenas en su conjunto. El análisis del destino de la producción y el uso de los principales productos agrícolas permite monitorear en forma efectiva y holística las modificaciones resultantes de una mayor vinculación de las economías campesinas al mercado, para evitar que mercantilización unilateral contribuya al debilitamiento de los sistemas socio-culturales particulares a las culturas andinas.

6. Bibliografía consultada

ASOCIACION DE ORGANIZACIONES DE PRODUCTOS ECOLOGICOS DE BOLIVIA - AOPEB. 1995. Normas Básicas Para la Agricultura Ecológica en Bolivia. La Paz, Bolivia, p. 3-8.

DICK, R. E. 1996. Economías de Subsistencia: Libertad con Respecto al Mercado; Sociedad & Recursos Naturales - Una revista Internacional, vol. 9 (1), p. 19-29 (Original en inglés).

HAVEL, V. 1994. La Nueva Medida del Hombre. Diario OPINION del 32/12/94, Cochabamba, Bolivia.

INTERNATIONAL FEDERATION OF AGRICULTURE MOVEMENT. 1996. Revisión de la Propuesta para Standards Básicos y Pautas para Derechos Sociales y un Intercambio Justo (Borrador), Alemania, p. 29-30.

RIST & SAN MARTIN, J. 1993. Agroecología y Saber Campesino en la Conservación de Suelos. Ediciones AGRUCO, Cochabamba, Bolivia, p. 33-35.

SAN MARTIN, 1988. Tecnología Andina en Oruro; Curso Post-Grado en Ciencias del Desarrollo; Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). La Paz; p. 76-78.

TORRICO, D. 1993. La Racionalidad Económica Andina en el Destino de la Producción Campesina. Tesis de Grado de Agroecología Cochabamba (AGRUCO) y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Cochabamba, Bolivia, p. 96-98.

VERHELST, T. G. 1990. Sin Raíces no hay Vida - Cultura y Desarrollo. Zed Books Ltda. Londres y Nueva Jersey, p. 10-14 (Original en inglés).