Evolución del pensamiento y enfoque agroecológico:
El caso de AGRUCO

Tapia N.

Jefe Ámbito Cooperación Interinstitucional, AGRUCO, Cochabamba

 

1. Introducción

Actualmente en el contexto rural, entendemos que subyacen los conceptos de modernización y tradicionalismo enfrentados como categorías casi irreconciliables. Por una parte el modernismo que asecha cada vez más la zona rural, agrícola pregonando la "revolución verde" y la adopción de tecnologías modernas, y por otra parte el tradicionalismo contraponiendo el concepto de agricultura sustentable, a través de una resistencia implícita traducida en diferentes modos: de tipo técnico socioeconómico y político.

La estrategia de mejora del modernismo, pretende acercar y desarrollar en el marco de las comunidades rurales, nuevas tecnologías agrícolas que aumentan la productividad, sin tomar en cuenta las estructuras agrarias, la racionalidad campesina ni las formas de organización del territorio y de la agricultura; tomando en cuenta solamente los modos de facilitar la canalización de los excedentes agrícolas hacia mercados internos y externos. La estrategia de transformación, por otro lado pretende romper con el sistema social campesino para establecer nuevas formas de agricultura y de organización social no acorde a la realidad actual. Se observa así claramente la dicotomía y contradicción entre las "categorías tradicional moderno".

En este enfoque modernista subyace la concepción liberal de desarrollo. Por otro lado la mejora "... enfatiza la importación y la difusión de modernas tecnologías hacia el sector tradicional...". Se espera que gracias a ello, los agricultores progresen y que usen y trasladen las nuevas habilidades adquiridas hasta hacerse modernos" (Sevilla, 1991). Por otro lado, la estrategia de transformación parte de la necesidad de romper el sistema de producción campesina con vista a facilitar la implementación del sistema capitalista en la misma.

Como se puede apreciar el enfoque modernista pone en evidencia la implantación del capitalismo en el agro sin considerar los sistemas tradicionales de organización de la producción, ni las economías campesinas de reciprocidad y redistribución, tampoco considera las estrategias para asegurar la multiplicación de la especie y garantizar la convulsión armónica entre sociedad - naturaleza, que entre otras cosas es el que hacer de la agroecología.

2. Bases epistemológicas de la Agroecología

En uno de los pocos tratados de agroecología, se pretende establecer las bases epistemológicas de esta disciplina a partir de las siguientes premisas (Altieri, 1987).

1º Los sistemas biológicos y sociales tienen potencial agropecuario.

2º Ese potencial ha sido captado por los agricultores tradicionales a través de un proceso de ensayo-error, selección y aprendizaje cultural.

3º El conocimiento formal, social y biológico (el conocimiento obtenido del estudio de los sistemas agrarios tradicionales), el conocimiento y algunos de los insumos desarrollados por las ciencias agrarias convencionales y la experiencia acumulada por las tecnologías e instituciones agrarias occidentales pueden combinarse para mejorar tanto los ecosistemas tradicionales como los modernos.

4º El desarrollo agrario, mediante la agroecología, pretende mantener, por un lado, unas opciones culturales y biológicas para el futuro y, por otro, reducir el deterioro cultural, biológico y medio ambiental que los enfoques de las ciencias agrarias convencionales por sí solas no pueden hacerlo, por no considerar los conocimientos y sabidurías de los campesinos del sector agrario.

Así, las dos últimas premisas relativas al conocimiento local, las más relevantes desde nuestra praxis intelectual y política, suponen una innovación sustantiva respecto a las ciencias sociales y naturales difícilmente compatibles con el paradigma hegemónico: el pensamiento liberal (Sevilla, 1993).

Nuestra posición al respecto pretende ser de una máxima claridad, el paradigma de la agroecología necesita herramientas teóricas vinculadas a una praxis intelectual enfrentando al desarrollo del capitalismo, lo que necesita un nuevo paradigma que tomando elementos válidos de los hasta ahora existentes genere un esquema explicativo global donde los conocimientos acumulados de las ciencias naturales se integren a las ciencias sociales.

A partir de las herramientas teóricas, consideramos que el paradigma de la agroecología necesita también de lineamientos políticos y filosóficos que faciliten su vinculación con las demás ciencias, para que sea más compatible con el paradigma que se propugne relacionada con áreas de respeto a la naturaleza, del medio ambiente y sus relaciones con el hombre y la sociedad.

3. Desafíos y contribuciones al desarrollo rural

La agroecología como una ciencia nueva, dedica su atención al manejo adecuado de ecosistemas tradicionales bajo una interrelación armónica entre la sociedad y la naturaleza que respete el medio ambiente y los valores culturales de las sociedades rurales y urbanas, está destinada a potenciar el manejo adecuado de los recursos naturales en el sistema productivo a fin de aportar con experiencias y conocimientos en el que hacer del desarrollo de la sociedad, que garantice la producción de alimentos para las generaciones futuras sin descuidar las generaciones presentes y delimitando sus contribuciones a la ciencia normal: Las contribuciones que la agroecología puede hacer en estos términos han sido caracterizados por Yuryevic (1992) de la siguiente manera.

- La participación del campesino en el mercado. En América Latina entre el 40 y 50% de la oferta de los productos agrícolas para el mercado interno, proviene del mundo campesino. En Bolivia el 70% de los productos agrícolas ofertados proviene del sector tradicional.

- El manejo agroecológico supone un uso óptimo de los recursos prediales y un dominio de prácticas agronómicas que reducen fuertemente la dependencia del campesino del mercado de los insumos. Estos hechos tienen implicancias en los costos de producción y por lo tanto mejoran la capacidad competitiva del pequeño productor.

- Otro factor es la creciente frustración y pérdida de autoconfianza y estima por parte del campesinado, así como el debilitamiento de sus instituciones; allí es imprescindible valorar la sabiduría y organización campesina, con ayuda de la agroecología y el saber campesino.

- Por otro lado la ansiada modernización del agro, es un obstáculo para que los campesinos valoren sus conocimientos y su esencia cultural, hecho que se traduce constantemente en la subvaloración y sentimiento de abandono y marginación por parte de la sociedad mayor. Así los gobernantes y/o gobiernos de turno tienen mayores razones para no fomentar políticas agrarias que permitan el mejoramiento de la situación socioeconómica del pequeño campesino, considerando sus propios valores y potenciales.

Desafíos de la agroecología

- La agricultura tiene hoy la posibilidad de producir alimentos en cantidad suficiente para todos, pero paradójicamente los alimentos no llegan a los que más lo necesitan. Al contrario de lo que sucedía en el siglo XIX y principios de nuestro siglo, ahora los alimentos van en sentido contrario, es decir, del norte hacia el sur, hecho que obliga a que los países pobres tengan cada vez más que explotar sus recursos naturales no renovables, para importar alimentos, especialmente granos y cereales. Según la FAO (1985) más de 100 millones de personas carecen en el mundo de ingresos suficientes para alcanzar el número indispensable de calorías que les haga resistentes a las enfermedades, o se sitúan claramente por debajo de los niveles que permiten llevar una vida normal (Gonzáles de Molina, Inédito).

- Sin embargo, los problemas de la desertificación en los países del tercer mundo no están causados, por el carácter intrínsecamente perverso de los pobres, cuyo crecimiento hay que delimitar tal y como defienden algunos organismos internacionales y algunos movimientos ambientalistas de claro tinte conservador. Se debe también a que son resultado directo de una relación de intercambio de bienes y servicios totalmente desigual, entre los países pobres y ricos, que contribuyen a perpetuar la pobreza y con ella al deterioro del ecosistema y de las bases productivas (Leonard, 1989, Martínez Alier, 1991). Si los hábitos de producción y consumo (con uso indiscriminado de combustibles fósiles y energía) de los países ricos, cambiara al nivel de consumo de los países pobres en el tercer mundo, existiría de alguna manera un equilibrio ecosociológico y se evitaría la entropía cósmica.

- Por otra parte, la crisis energética actual a la que nos enfrentamos, causada por el agotamiento acelerado de las reservas de los recursos fósiles y el cambio climático global; ha ocasionado el calentamiento planetario y la consiguiente contaminación ambiental, a esto se suma el falso paradigma de desarrollo del norte, que piensa que sigue desarrollando, cuando al parecer, está en una etapa de retroceso y crisis general.

Figura 1. El mercado se transforma en feria (unión mercado y fiesta), en las que las familias campesinas establecen relaciones comerciales.

El crecimiento se ha convertido así en la misión sagrada del desarrollo, aunque no signifique otra cosa que un crecimiento perpetuo de la demanda y el consumo. Y ésta es una medida singularmente pobre de otros avances en el bienestar de las personas, tales como las mejoras en el acceso a la educación, asistencia sanitaria, el florecimiento de la actividad cultural o el sostenimiento de la seguridad ambiental.

Aquellos países que caen por debajo de los criterios del mundo sobre industrialización - mecanización, prosperidad y comodidad son considerados "en desarrollo" o, incluso "subdesarrollados" al margen de sus logros intelectuales o culturales. Este paradigma es tan dominante que los países en desarrollo no tienen más remedio que modelar sus aspiraciones según el ejemplo despilfarrador de los países industrializados y medir su progreso con respecto a sus criterios consumistas (Sari, 1993).

En definitiva, el modelo de consumo y la agricultura intensiva capitalista que lo hace posible, cuyo objetivo principal no es alimentar a los seres humanos, sino producir el máximo beneficio posible, resulta inmoral, social y ecológicamente insostenible (González de Molina, 1993). Debido a ello los ricos serán cada vez más ricos y los pobres seguirán muriendo de hambre, sin que nadie pueda hacer algo por salvar esta injusticia que es resultado del intercambio desigual de bienes y recursos que beneficia a pocos y desfavorece a muchos.

Frente a las políticas de desarrollo en esencia contradictorios entre sí, que tan pregonadamente son defendidas por los países desarrollados, los más pobres no tienen ése marco de desarrollo referencial como para poder definirse en una línea política que satisfaga sus necesidades desde adentro. En América Latina, para todos los pueblos que han heredado una estructura política colonial y estructura indígenas, la contradicción de las teorías del desarrollo es una línea de frente revolucionario; y para aquellos cuya independencia política protege unas estructuras indígenas que pueden reorganizarse según su eje de desarrollo, la contradicción es remitida al careo de los dos sistemas de las fronteras étnicas y nacionales, donde se convierte, a través del mundo en una cadena de solidaridad que es un verdadero frente de civilización (Temple, 1986).

Debido al proceso de modernización del agro, también se está perdiendo en las zonas rurales la autosuficiencia alimentaria tan históricamente lograda antes de los sucesos de la revolución verde. También los hábitos de consumo están siendo paulatinamente cambiados, y reemplazados, por productos modernos; de manera general los recursos naturales y las comunidades campesinas tienden a ser destruidos y reemplazados en formas modernas de producción basadas en costos ecológicos altos.

En este sentido la agroecología considera de primordial importancia el mantenimiento de la autosuficiencia alimentaria, que está ampliamente basada en una simbiosis permanente con los recursos naturales que constituye el punto de partida para un desarrollo alternativo ecológicamente relevante, socialmente justo, políticamente viable y económicamente sostenible.

4. El caso AGRUCO

AGRUCO, con el correr del tiempo, a partir de 1985, ha sufrido un proceso de maduración en el pensamiento y enfoque agroecológico institucional, que le ha permitido desarrollar una filosofía de trabajo que esté de acuerdo a las necesidades y requerimientos del sector campesino, base de casi todas las investigaciones hasta ahora realizadas.

Así, el enfoque inicial de la agrobiología permitió entender que en el sector rural, no se puede introducir técnicas productivas ajenas a su contexto, es más, si estos ya han desarrollado desde antaño muchas tecnologías y sabidurías que les ha permitido subsistir y reproducir sus esquemas sociales y económicos. Si bien, la agricultura biológica considera al proceso de producción agrícola para mejorar el manejo, no permite en la acción misma tomar en cuenta las posiciones socioeconómicas, culturales y políticas, debido a la importancia preponderante que se le da a los procesos biológicos incrementando otra vez en un enfoque parcializado de la realidad. Por ello no debemos confundir la agricultura ecológica, orgánica, biológica o como la quieran llamar, con el enfoque agroecológico, que considera además de los procesos biológicos y ecológicos, los procesos sociales y culturales, que se suceden en la naturaleza mediante el accionar del hombre.

Así el enfoque agrobiológico que se practicó en AGRUCO hasta 1988, sirvió para redefinir de mejor manera sus lineamientos político institucionales, sobre todo pensando en los beneficiarios. A partir de la experiencia con campesinos, se planifican y desarrollan pautas metodológicas para eventos formativos con estudiantes universitarios, docentes universitarios profesionales y otras organizaciones que trabajan en el desarrollo rural y formación de campesinos y personal técnico.

A partir de 1989 en AGRUCO se practica el enfoque de la agroecología andina y el saber campesino como filosofía de trabajo y de reivindicación del saber ancestral y respeto a la cultura y racionalidad andina, frente al avasallamiento del capitalismo, que pretende terminar con toda esta visión holística.

Por otra parte, la revisión de las metodologías de investigación (convencional) lleva a AGRUCO a un proceso de reflexión sobre la ciencia y tecnología y sus dificultades de aplicabilidad en un contexto rural andino. La búsqueda de una estrategia de investigación trata de lograr en el trabajo de campo con comunidades campesinas un encuentro en el que se aprovecha los conocimientos y la racionalidad propia de ambas partes a través del proceso de la retroalimentación: el técnico colabora en la asimilación de nuevas técnicas de cultivo o mejoramiento de las ya existentes, además de ayudar en el fortalecimiento de la organización de la producción, y el comunario transmite los conocimientos que los ha aprendido por medio de la transmisión intergeneracional, para acercarnos de manera sistemática al desarrollo de sus propias capacidades y revalorar sus aspiraciones, como entes componentes de una sociedad que cada vez es más relegada y olvidada.

5. Bibliografía consultada

AUGUS P. SARI, 1993. El dualismo global dé llenar un pozo sin fondo; un relato norte-sur. In: Energía para el mañana. Los libros de la catarata.

ALTIERI, M. 1982. Agroecology (Boulder: Wastriew Books, 1982).

GONZALEZ DE MOLINA, M. 1993. Economía ecología y ecología política. Texto Inédito.

SEVILLA G, E. 1981. Hacia un desarrollo agroecológico desde el campesinado. Política y Sociedad N° 9 Madrid, España.

SEVILLA, E. 1993. La otra sociología rural. Alianza; Madrid, España.

TEMPLE, D. 1986. La dialéctica del don Ensayo sobre la economía de las comunidades indígenas. Hisbol, La Paz-Bolivia, p.53.

YURYEVIC, A. 1992. Agroecología: Sus desafíos y contribuciones al desarrollo desde América Latina. En: RAE; La agricultura en el Perú. Lima.