Homenaje a dos insignes docentes de nuestra Facultad

 

En junio pasado se realizó un homenaje a los señores profesores : Daniel Rocha Urquieta y Alejandro Vargas Pinto, quienes fueron jubilados del quehacer Docente Universitario, a quienes damos nuestros agradecimientos por sus enseñanzas impartidas. Las palabras emotivas del Prof. Daniel Rocha Urquieta en el acto de condecoración fueron:

Muchas gracias por este homenaje al que será en retiro. Es el tiempo que le da ese destino; destino a veces incierto, a veces penoso, porque ha de tomar descanso el trabajador de ayer. Con frecuencia, el que nació para el trabajo y vivió en el trabajo, no quiere entender que todo trabajo tiene su fin y su forjador merece descanso. En contraste desagradable, el tiempo que nunca descansa, ordena y señala ese camino, diciéndole al oído y con cariño: Es hora, que el descanso espera. Y como de verdad esa hora ha llegado, recién conoceré la silla de mi reposo, cuando nunca conocí la de mi clase, en tantos años de amistad.

Cuantas veces en ese trabajo, de más de medio siglo de profesor, hirió mi justicia a muchos descontentos, levantando polvareda; pero, declaro, no lo hizo la maldad; porque todo sentimiento perverso y rencoroso jamás tuvo nido en mi sano corazón. Cuando la cátedra es honrada con la justicia y el trabajo; con la corrección y cariño; sin odios que envilecen, ni venganzas que empequeñecen: Hay que pensar que el catedrático cumplió con el mandato de su sagrado deber, dejando a su propia conciencia en paz y alegría. Contrariamente, cuando el error se produce, la voz de la conciencia, que a veces habla y no habla, y a veces grita, jamás enmudece. Esa voz continua y martirizante, señala y acusa con energía las manchas de los errores humanos, sin dar al culpable la soñada felicidad.

Y vosotros, señores catedráticos, trabajad siempre; uníos más fuertemente, sobre todo hoy que la Universidad no puede encontrar solución a la cerrada incomprensión. Esa incomprensión voluntaria y caprichosa, astutamente estudiada, proviene de la sinuosa política sectaria, buscando únicamente intereses egoístas, tomando absurdamente como bandera de acusación el pago de un humilde bono, el cual venía a equilibrar en un tanto la ausencia de aumento del salario, cuando el país ya tenía en su beneficio el aumento general de 20 %.

Catedráticos y universitarios, sabed que el imperio de la sinrazón y la impostura de un capricho ciego avergüenzan y humillan a la majestad de la razón. Y siendo la razón la base y esencia de la justicia y la ley, de la sensatez y prudencia, de la cultura y la civilización, poned, estimados catedráticos, vuestra fuerza de defensa para que la razón resplandezca, con todas sus luces, en el horizonte de la vida y se imponga sobre la tierra, por su elevado precio y la riqueza de su verdad.

Y venga en socorro la palabra serena, persuasiva y convincente, para que las diferencias entre los hombres sucumban a los pies del entendimiento y la justicia.

Cochabamba, 9 de junio de 1989