Exploradores botánicos de Bolivia

Gilbert Mandon

 

El nombre del explorador francés Gilbert Mandon está asociado al conocimiento de la flora de una de las regiones más interesantes de Bolivia desde el punto de vista botánico, Sorata, llamada por nuestro filólogo Emeterio Villamil de Rada, el "Paraíso". Durante su estadía de seis años como administrador de una empresa de explotación aurífera, Mandon visitó todos los lugares próximos a Sorata desde las faldas del majestuoso Illampu hasta los hondos valles cordilleranos de Larecaja coleccionando la vegetación casi inexplorada de esta parte de Bolivia. Quienes hemos realizado colecciones botánicas en las vecindades de Sorata después de Mandon, casi no hemos encontrado ya novedades. En 1885, el Dr. Henry H. Rusby coleccionó bastante detenidamente en Sorata cuando pasaba hacia a Mapiri en su ruta al Atlántico por el Amazonas. Posteriormente en el primer decenio del presente siglo, el Dr. Otto Buchtien ya solo o en compañía del gran amateur botánico y organizador de un jardín Botánico en su casa de Sorata, Sr. Ernesto Günther, hizo colecciones amplias de plantas en Sorata y Mapiri. El Prof. E. W. D. Holway en 1920, visitó también Sorata y coleccionó plantas. Nosotros a partir de 1933 en que recorríamos los bosques de Larecaja coleccionando muestras de Cinchona, hemos herborizado en varias oportunidades, la siempre interesante flora de Sorata, encontrando al igual que nuestros predecesores muchas de las especies de Mandon, todavía presentes en las localidades casi siempre precisas consignadas en sus colecciones. En los últimos años, interesados particularmente en la búsqueda de material de papas silvestres, hemos encontrado desde que Mandon halló los tipos respectivos, Solanum circaefolium Bitter, en la localidad indicada, el Monte Imanapi y también en la localidad de la Mina del Gran Poder, al pie de Tacacoma, no existente como tal en la época de este explorador, luego, Solanum virgultorum (Bitter) Cárdenas et Hawkes, a la salida de Sorata hacia a La Paz, algo distante del Alto de Coromi que cita Mandon en 1860 para su tipo que fue determinado mucho después por el Prof. Bitter y finalmente Solanum Candolleanum Berth., también cerca de Tacacoma sin que sepamos la localidad concreta que anotó Mandon para esta especie.

La biografía de Gilbert Mandon es la de esos hombres que surgen de la nada y realizan una gran obra en beneficio de la Humanidad sin más ayuda que su propia abnegación y sin más estímulo que su propia satisfacción íntima. La nota biográfica más sentida que se ha escrito sobre Mandon poco después de su muerte, se debe a la galana pluma de Hugo Algernon Weddell, la misma que apareció bajo el título de Notice sur M. G. Mandona, fechada en Poitiers el 11 de enero de 1867 y en el Boletín de la Sociedad Botánica de Francia, tomo XIV, página, 10. A continuación consignaremos un breve resumen de este artículo para llenar el lugar de distinción que corresponde a Mandon en esta nuestra serie de biografías de los Grandes Exploradores Botánicos de Bolivia.

De padres muy modestos y pobres aunque trabajadores, nació Gilbert Mandon el 15 de mayo de 1799 en el Departamento, de Puy -de-Dome. Hermano menor entre varios hijos varones, Mandon siguiendo las costumbres de la época, debía seguir la carrera sacerdotal. En efecto pasó por el Seminario; pero estando a punto de recibir la consagración eclesiástica y muy sincero consigo mismo, declaró que su vocación no era la del sacerdocio. Con todo, gracias a su paso por el Seminario, adquirió una gran cultura general y sobre esta base se inició en la carrera más sacrificada e ingrata, al mismo tiempo que la más noble, la de la enseñanza, como jefe de estudios del Colegio de Pontgibeaud. Gracias al, prestigio que pronto adquirió, fue llamado por el Conde de Montlosier como su secretario y preceptor de su hijo. Como una consecuencia de la Revolución de 1830, Mandon abandona sus montañas para acompañar a París a M. de Montlosier y siempre apoyado en la influencia de su poderoso protector, consigue una situación en los dominios de la Familia de Orleans para dar paso a sus inclinaciones naturales de botánico, cuando en sus períodos de descanso, sale a recorrer los alrededores de la gran propiedad donde trabaja. Era la época en que Adrian de Jussieu hacia colecciones para su "Flora" y entrenaba en la herborización a un numeroso grupo de estudiantes y amateurs de las más diversas ocupaciones.

Al incorporarse por casualidad a este grupo entusiasta de futuros botánicos, Mandon se convierte en un fervoroso discípulo de Jussieu. El éxito en las exploraciones de Mandon sobre la Flora de los alrededores de París, se halla testimoniado por el rango que ocupa su nombre entre los botánicos que han contribuido a hacer conocer las riquezas vegetales de esta parte de Francia, dice Weddel en su Notice sur M. O. Mandon. Por declaraciones del mismo Mandon, los años que él pasara entre los deberes de su posición en la Villa de los Orleans y el placer vivo que le proporcionaban sus estudios de Historia Natural, fueron los mejores de su vida.

Los acontecimientos de 1848, privaron a Mandon de su empleo y por tanto también de la posibilidad de continuar estudiando las ciencias de su predilección. Ya en esta oportunidad, poseía un herbario bien ordenado y una colección de Coleópteros. Sus ahorros, escasos por supuesto, no podían asegurar su subsistencia y la de sus padres sino por poco tiempo. Ante esta dolorosa situación, tuvo que buscar nuevos medios de ganarse la vida y así es que aceptó el cargo de administrador de una empresa industrial en Sorata (Bolivia) que se le ofrecía. De esta manera inesperada partió nuestro ilustre explorador hacia un exilio voluntario por seis años. En Bolivia, Mandon mostró en el desempolvo de su nuevo cargo todas las virtudes de hombre laborioso y honrado que lo habían hecho muy apreciado hasta entonces en su patria. En los Andes Bolivianos, aledaños del coloso Illampu, Manden coleccionó una flora para él exótica, peno muy interesante, continuando así con aquella roble ocupación que tintas satisfacciones le había proporcionado en Francia. Pocos lugares si acaso ninguno, en las proximidades de Sorata dejaron de ser visitados y escudriñados botánicamente por este pionero del conocimiento de nuestra flora.

Su colección de plantas bolivianas, llegaba según Weddell a 1 800 números y con ella y sus apuntes, se estableció en Poitiers a su regreso a Francia en 1861, para dedicarse en un ambiente de retiro tranquilo al ordenamiento y clasificación de tan precioso material. Terminada la ordenación de sus colecciones de los Andes, Mandón, sintió un deseo vivo de volver a Sud América y concretamente a residir en el Perú para aumentar sus colecciones y así lo hubiera hecho si acaso su estado precario de salud y les consejos de sus amigos; no lo disuaden de tal propósito. Con todo, su anhelo de ver nuevos ambientes para sus exploraciones botánicas, seguía atormentándole, hasta que decidió publicar una lista de plantas de la Isla Madera del Portugal y partió en efecto con dirección a ella, en febrero de 1865 para volver a Poitiers después de un año y siete meses con sus colecciones. La salud de Mandon, había mejorado bastante bajo la influencia del clima insular en Madera y bajo este aliciente, se dedicó a estudiar sus nuevas colecciones haciendo una vida muy sedentaria que contrastaba mucho con la existencia de viajes continuos y actividad permanente que había cumplido en Bolivia y en la Isla Madera. Esta transición debió ser fatal para Mandon que ya contaba con 67 años de edad y con su permanencia de seis años en los altos Andes de Bolivia. En efecto estando de visita en Poitiers, en una casa amiga, el 30 de diciembre de 1865, sufrió un ataque de apoplejía que a pesar de todos .los auxilios que se le prestaron, ocasionó su muerte al cabo de pocas horas. La vida de Mandon biografiada por Weddell, es la de un excelente hombre, apreciable por su carácter sencillo, leal, probo y tan lleno de los sentimientos más delicados.

Es triste constatar como los dos más intrépidos exploradores botánicos que recorrieron nuestras montañas en aquellos tiempos en que los medios de transporte eran muy primitivos y por consiguiente los viajes de recolección botánica muy penosos, murieron a su vuelta a la patria europea de ataques cardiacos bruscos. En 1867, Hugo Weddell al escribir la noticia biográfica de Mandon, consigna el pasaje patético de la muerte del explorador de Larecaja a raíz de una hemorragia cerebral masiva, de origen cardiovascular a la edad de 67 años y diez años más tarde, en 1877, el mismo Weddell, muere repentinamente de un ataque de "angor pectoris" en la oficina del Prefecto de Poitiers, a la prematura edad de 58 años. Se diría que más que el efecto de de la altura, fue el Majestuoso Illampu, símbolo del más puro y blanco sudario, que recogió los espíritus superiores de ambos científicos que dejaron este mundo sin conocer los achaques de la vejez desolada ni las angustias de una enfermedad prolongada.

Mandon no fue un botánico académico sino un amateur extraordinario, entrenado especialmente en la práctica de la herborización. Las etiquetas que acompañan a sus ejemplares, son magníficas y las que conocemos de las plantas bolivianas, están escritas en un perfecto latín, adquirido por este gran explorador durante el curso de sus estudios de Teología. Estos antecedentes explican los motivos por los cuales, Mandón no escribió nada sobre la Flora Boliviana.

Por una información que recibimos a fines de 1951, del Dr. J. Leandri, sub Director del Laboratorio Fanerogámico del Museo de Historia Natural de París, fuera de las cartas de Mandon, que no tienen gran interés, no existe sino el catálogo de las plantas de Bolivia, escrito por él a su regreso a Francia y ordenadas por familias. Tampoco existe en el Museo de París, donde hoy están los ejemplares de plantas recolectadas por Mandon en Bolivia, el itinerario de sus viajes por la Provincia de Larecaja. Esta falta sin embargo, podría subsanarse reconstruyendo tal itinerario con las localidades y fechas que acompañan a las etiquetas respectivas.

Henry Hurd Rusby

Entre los grandes exploradores botánicos de Bolivia, el Prof. Henry H. Rusby es seguramente el que más cantidad de ejemplares ha coleccionado y también el que mayor número de plantas ha estudiado. Rusby es para la Flora de Bolivia, lo que representa Rudolph A. Philipi para la de Chile y Martius para la del Brasil.

Henry Hurd Rusby, nació el 26 de abril de 1855 en Nutley, New Jersey. Aunque desde niño mostró gran afición por las colecciones botánicas, orientó su instrucción formal hacia a la carrera médica. Pasó por la Escuela Normal del Estado de Massachussets de 1872 a 1874, luego la Hackettstown Collegiate Institution, el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia y la Escuela de Medicina de la Universidad de New York, obteniendo finalmente su grado de Doctor en Medicina de esta última Universidad en 1884. Rusby siguió la carrera médica seguramente sólo para adquirir la disciplina científica necesaria a la realización de sus estudios botánicos, porque no llegó a ejercer formalmente esta profesión. Fue profesor de colegio por varios años e incidentalmente también empleado de una clínica médica. Aun antes de graduarse de médico ya trabajó como coleccionista de plantas en Arizona, Texas y Nuevo Méjico de 1880 a 1883 para la Smithsonian Institution de Washington D. C. Aun mucho más joven, en 1876 ganó un premio por el mejor herbario presentado en la Exposición Centenial de Filadelfia.

Apenas al año de su graduación universitaria como Doctor en Medicina, Rusby salió ya en una larga expedición a Sud América, enviado por la Casa Parke, Davis & Co. de Detroit, para cumplir las siguientes ocho finalidades:

- 1.-Investigar la coca y enviar a los Estados Unidos, una buena cantidad de esta droga.

- 2.-Localizar y coleccionar partidas apreciables de la droga "chekan" que se sabía existía en alguna parte de Chile.

- 3.-Obtener semillas de cedrón.

- 4.-Realizar un estudio especial de las fuentes de producción de la corteza de quina.

- 5.-Investigar las fuentes de drogas fundamentales que pudieran ser encontradas.

- 6.-Penetrar al interior del continente Sud Americano para estudiar las, enfermedades de los nativos y los remedios empleados por los mismos como fuentes probables de nuevas drogas.

- 7.-Realizar colecciones botánicas generales sin posponer los objetivos especiales de la expedición y

- 8.-Promover el interés de los países a visitar por las actividades comerciales de la Firma Parke, Davis & Co.

Embarcado en el Vapor "Acapulco", salió el Dr. Rusby de New York el 10 de enero de 1885,y después de una navegación prolongada y cruzando por tierra el Istmo de Panamá, tocó Guayaquil, Callao, Lima y Arica para dirigirse finalmente desde este puerto a Tacna y de aquí a La Paz, conducido por un arriero en un penoso viaje a través de la Cordillera de los Andes, que duró muchos días. De La Paz, se dirigió Rusby a los Yungas de Coroico para examinar las fuentes de producción de la coca y ensayar químicamente su contenido en el alcaloide cocaína, que recién había sido descubierto como anestésico y por consiguiente con un rol importante en el futuro de la cirugía. El fruto de esta importante investigación sobre los alcaloides de la coca y en particular sobre sus efectos en los masticadores de sus hojas, fue la publicación "Coca at Home and Abroad" aparecida en The Therapeutic Gazette de Marzo-Mayo de 1888.

Interrumpiendo sus estudios sobre la coca en los Yungas de Coroico y por instrucciones de sus mandantes, pasó Rusby a Chile en busca de la droga llamada "Chequen". proporcionada por la planta Eugenia chequen y considerada por aquel tiempo de valor comercial. Después de enviar a los Estados Unidos, cantidades apreciables de hojas de esta planta y haber estudiado también el "Boldo", regresó nuevamente a Bolivia para terminar sus investigaciones relacionadas con la coca.

Terminada prácticamente su misión en Bolivia, Rusby no quiso perder esta única oportunidad, que se le presentaba de cruzar la hoya amazónica coleccionando la flora más exuberante del Continente y ganar la costa del Atlántico para regresar a los Estados Unidos. La Casa Parke, Davis & Co., ya lo había llamado y todas las personas con quienes había hablado de su proyectado viaje a través de Sud América, le habían desanimado considerando la empresa irrealizable, excepto el súbdito británico residente en La Paz, Cirilo Kiernan quien desde hacía mucho tiempo acariciaba el proyecto de abrir un canal entre los ríos Madre de Dios y Acre en una región donde ambos ríos se aproximaban dejando una especie de istmo de no más de 25 millas de ancho. Debemos recordar que en esos tiempos estaba en auge la explotación de la goma, que era llevada al Atlántico por el río Madera a través de las numerosas cachuelas que fueron la tumba de innumerables vidas y de miles de libras esterlinas en goma. Según Kiernan, la apertura de ese canal ínter fluvial, debía transformar completamente el sistema de transporte hasta entonces practicado a través de los afluentes del Amazonas. Para un joven médico, botánico y farmacéutico de 30 años que buscaba lo desconocido y la aventura peligrosa para satisfacer el ímpetu viril de la edad, la decisión no podía ser otra que la de desobedecer a los mandantes de Detroit y asociarse a Kiernan para ejecutar la peligrosa pero científicamente utilísima empresa de cruzar los Andes y el Valle Amazónico entre La Paz en Bolivia y Pará en el Brasil. Así, pues, Rusby toma con firmeza esa resolución que debía definir al curso futuro de sus actividades científicas, retiene en su poder para sus gastos de viaje, el saldo de tres mil dólares que tenía, escribe a sus mandantes comunicando su viaje transcontinental y ofreciendo restituir esa suma a su regreso o por medio de su padre en New Jersey en caso de que perdiera la vida en la empresa.

El viaje botánico, de proyecciones al mismo tiempo comerciales que llevó a cabo Rusby desde La Paz hasta el Pará en compañía de Cirilo Kiernan y otro grupo de tejanos prófugos de la justicia, fue lleno de peripecias y acontecimientos novelescos si nos atenemos a las memorias de este notable médico y explorador botánico. Por otra parte, nos hacernos cargo de las penurias sufridas por estos viajeros que seguramente no hablaban castellano sino para el gasto que requiere un escueto vocabulario de un turista, sin recursos económicos suficientes y en esos años del auge gomero cuando en la maraña de la selva amazónica no imperaba sino la ley del reenganchador del siringuero armado de su Winster calibre 44. Los detalles de este viaje, están contenidos en la admirable obra "Jungle Memories" escrita por Rusby seguramente muchos años después de su regreso a los Estados Unidos porque la edición es recién de 1933 y porque en el libro aparecen fotografías del autor de 1886 y de 1921. Es de advertir que en 1921como veremos después, Rusby volvió a Bolivia dirigiendo una expedición que exploró fa parte alta de la Hoya Amazónica. Lo más probable es que este autor tenía sus apuntes sobre el viaje de 1885 inéditos hasta muchos años después o quizás hasta su regreso del segundo viaje a Bolivia, en 1921 y que recién entonces los hubiera ordenado y se hubiera apresurado a publicarlos urgido por sus 70 años de edad. De todos modos, "Jungle Memories", es una espeluznante novela antes que el diario de un hombre de ciencia, escueto y monótono. A lado de la información científica más precisa, contiene el libro pasajes patéticos como aquel que casi pone fin a la vida del autor asesinado por uno de sus mismos compañeros, cuando él trataba de evitar que otro de ellos diera muerte a su compañero de un hachazo o el paso de la expedición por las terribles, cachuelas del río Madera o su encuentro y lucha con los indios Caripunas de entonces o por último todavía la escena más impresionante e inverosímil del "fantasma que vuelve al hogar". En resumen, "Jungle Memories", es un libro que atrae como la novela más fantástica, como para querer leer sus 339 páginas de una vez aun sin ser botánico. Los apéndices del libro sobre "Coca y cocaína", "Quina y quinina", "Caimanes y cocodrilos", "Algunas hormigas tropicales", "El Acre y los Indios Paren. Tin-Tin" y "Las Cachuelas del Madera", contienen informaciones geográficas, etnológicas y farmacológicas muy valiosas. Es una lástima que la edición de este libro hecha por Whittlesey House de Mc Graw-Hill Book Company, en 1933, hubiera sido tan limitada y que ahora después de 20 años, la obra esté del todo agotada. "Jungle Memories", tiene particular interés para Bolivia porque narra las costumbres populares relacionadas con las plantas nativas de esa época además de describir el estado en que se encontraba entonces la industria gomera del Beni y el Acre. Estando todavía vivo, el Prof. Rusby nos autorizó mediante una carta, traducir sin restricción alguna, al castellano este libro que estamos comentando. Desde entonces han pasado casi 20 años y no nos hemos propuesto todavía hacer este trabajo porque todo tiempo disponible nos ha sido siempre escaso para llevar adelante nuestras propias exploraciones botánicas en el suelo, patrio.

Cuando pensamos sobre el viaje realizado por Rusby de La Paz al Pará, atravesando los Andes Orientales, que en parte también lo hemos hecho nosotros casi medio siglo después, cuando ya se disponía de mejores medios de transporte, crece nuestra sentimiento de admiración por la obra de este gran naturalista, Bástenos decir que él salió de La Paz a mula y así transmontó los Andes hasta llegar a algún puerto fluvial, venciendo un sinnúmero de cuestas y valles o cañones estrechos de ríos en un recorrido al parecer eterno de leguas y leguas. Quienes han viajado solo desde Sorata no ya desde La Paz, en mula a Mapiri, ya sea por Tola o por Consata, deben recordar lo penoso y peligroso de esta sola parte del itinerario que se cumple por lo menos en cuatro días pasando por empinadísimas cuestas como "El Tornillo", una gradería de losas enormes paradas como estacas en medio del barro como es el paso de "Cayetano Hiwata" o una cuesta de barro al que se mete la mula hasta su pecho, que tiene una extensión de tres leguas y que lleva el expresivo nombre de "Amargurani". Sólo aquellas personas que han hecho viajes a mula, con cargas que cuidar y por caminos de travesía de la cordillera hacia los llanos del Alto Amazonas sea de Sorata a Mapiri, de Sorata a Tipuani, de Coroico a Caranavi, de Chulumani a la Asunta o de Cochabamba a Todos Santos por Yungas del Espíritu Santo y Sal si Puedes, pueden apreciar la moral y la resignación de Rusby que de Mapiri continuó en balsas al Guanay, luego a Rurrenabaque y de aquí en batelón o canoa grande de madera a Riberalta, Villa Bella y las cachuelas del Madera para embarcarse recién en un vapor y continuar a través del Amazonas hasta el Pará. Toda esta travesía de meses de duración frente a las nubes de "marigüis" durante el día, de "zancudos" en la noche, "jejenes" al amanecer y en un ambiente continuó de calor sofocante significaba en aquel tiempo mucho más que ahora, agotamiento físico y nervioso, desnutrición e infección palúdica segura. Por todo esto, la vuelta de Rusby a su hogar en New Jersey después de que los diarios americanos habían dado la noticia de su muerte a manos de los indios salvajes en las Cachuelas del Madera y después de que fue embarcado en el Pará a bordo de un vapor para Estados Unidos, casi cadáver por efecto del paludismo que le aquejaba, es un pasaje novelesco de su fecunda y larga existencia. La cosecha de plantas herborizadas, muestras de plantas medicinales, pieles de aves preparadas y objetos etnográficos durante este viaje, llevado a cabo por este insigne e intrépido profesor, fue abundante y promisoria en novedades. Es en este viaje que descubrió Rusby las propiedades medicinales de la corteza del "Guapi" o "Cocillana" (Guarea Rusby), árbol pequeño existente en los bosques de las orillas del río Beni entre el Guanay y Rurrenabaque y que desde entonces, entra en la composición del conocido jarabe de Cocillana, fabricado por Parke, Davis y Co. La corteza de "Guapi" al estado natural, tiene notables efectos emeto-catárticos. Durante muchos años, fue esta corteza, objeto de exportación de Bolivia, único país que la producía hasta que su abarrotamiento en el mercado americano, hizo declinar su cotización.

Rusby parecía haber nacido para explorar lo desconocido de las selvas de la América del Sud. El destino que pudo llevarlo a los altos Andes para estudiar su interesante flora, pero en un clima frío sino templado y en un ambiente más bien seco sin insectos chupadores, parecía complacerse en empujarlo siempre hacia la maraña de la selva amazónica u orinocense cuya flora parecía esperarlo ansiosa de ser bautizada y revelada al mundo civilizado. Es así, cómo la mayor parte del año 1896, Rusby aparece trabajando como médico y botánico a través del Bajo Río Orinoco de Venezuela incorporado a The Orinoco Exploration and Colonization Company. En el Orinoco, a Rusby botánico, le impresionan más que las plantas, los animales y en especial las serpientes. Le hemos oído contar varias veces de sus viajes en el Orinoco sobre embarcaciones a las que caían las serpientes de los árboles como si fuesen simplemente hojas.

A raíz de la primera Guerra Europea, había comenzado a escasear el suministro de quinina en el mundo y es entonces que Rusby vino nuevamente a Sud América, esta vez a Colombia, explorando la parte alta del Magdalena y otros ríos de aquel país, en busca de nuevas fuentes de cortezas productoras de quinina.

Más tarde, realizó varios viajes a México para explorar sus bosques en busca de nuevas fuentes de goma elástica.

El último viaje hecho por Rugby a Sud América, fue como Director de The Mulford Biological Exploration of the Amazon Basin, financiada principalmente por la Casa Mulford and Co., productora de drogas en Filadelfia y destinada en especial a Bolivia con el objeto de investigar la existencia de nuevas drogas de valor comercial. La expedición en un principio encomendada sólo al Dr. Rusby y un secretario de campo, fue creciendo en personal antes de su embarque para Sud América. Así, el Departamento de Agricultura incorporó a esta comisión, al conocido entomólogo Dr. William M. Mann, actual Superintendente del Parque Zoológico de Washington D. C., luego la Universidad de Harvard y la Bussey Institution, acreditaron como su delegado en la expedición al prestigioso botánico genetista Dr. Orland E. White, actual Director de Blandy Agriculture Experimental Farm de la Uuiversidad de Virginia y el Prof. Eigenmann nombró a su vez su coleccionista ictiólogo y herpetólogo al joven estudiante de la Universidad de Indiana Mr. Everet N. Pearson, actual Profesor de Zoología en esa misma Universidad. El personal de la expedición, se completó finalmente con Mr. George S. MacCarty en calidad de Secretario de Campo y Mr. Gordon Mac-Greight como cinematografista y fotógrafo. Al arribar la expedición a La Paz en julio de 1921, el Ministro de Educación de Bolivia, Dn. Ricardo Jaimes Freyre, decidió incorporar a la expedición, dos estudiantes del último curso de la Sección de Ciencias Naturales del Instituto Normal Superior de La Paz a fin de que estos se entrenaran en el trabajo de campo de colección y estudio de las plantas y animales a encontrarse en el curso del viaje dentro de las fronteras nacionales. De esta manera ingresamos a formar parte del personal de la expedición "Mulford", junto con el Sr. Manuel R. López, que a la sazón hacíamos nuestro último año de estudios de Biología y Química en el Instituto para el Profesorado de Secundaria, mencionado. Nosotros que ya habíamos tenido alguna práctica de recolección botánica, pasamos a desempeñar las funciones de ayudante del Director en los trabajos de recolección y preparación de ejemplares de plantas, mientras que el Sr. López fue asignado al papel de asistente del Dr., Mann para entrenarse en la colección de material entomológico.

La Expedición salió de La Paz en los primeros días de julio de 1921, por ferrocarril con dirección a Eucaliptos donde tenía sus oficinas la Caracoles Tin Company of Bolivia, empresa minera perteneciente a la Firma Guggenheim and Bros. de los Estados Unidos, para proseguir utilizando los vehículos cedidos gentilmente por esta empresa, hasta Pongo B 2, asiento de la Gerencia de la misma. De Pongo continuo la expedición a mula hasta Espía, punto situado en la confluencia del río Miguilla con el de La Paz. Debemos recordar que en La Paz, se incorporó también al personal de nuestra comisión, Mr. Duval Brown, Cónsul de los Estados Unidos en aquella ciudad. Como el personal ya era numeroso y el equipaje considerable si se tiene en cuenta que estaba calculado para un año de uso, el viaje de Quime a Espía, se hizo por etapas y por grupos, pasando sucesivamente por Inquisivi, Suri, Cajuata, Circuata y Cañamina. De Espía, donde una parte del personal se entrevisto con el Misionero de Covendo, Padre Serafín Maquina, que hacía su salida a La Paz sacando carga de la Misión, penetró una subcomisión a Covendo para contratar con el misionero substituto, la construcción del mayor número de balsas posible como para transportar el equipo de la expedición de Espía a Huachi, hacienda de los Hermanos Mostajo de Irupana. Las colecciones de plantas y animales, empezaron desde Pongo B 2. El río Bopi o llamado todavía Río de La Paz por algunos aun después de la confluencia del Miguilla, debía ser la vía de penetración para los llanos del Beni y la exploración del Lago Rogoagua, objetivo principal nuestro. Este río es muy angosto, encajonado en una garganta de la cordillera y en partes, de una corriente violenta. Los indios Mocetenes de la Misión de Covendo, eran en este tiempo, los únicos navegantes del río en cuestión, por otra parte muy justamente temido por ser el cuartel general de los mosquitos de todas las especies más, molestosas, por sus innumerables cachuelas, remolinos y malos pasos y su condición, muy malsana, que ponía las vidas de los viajeros en situación muy precaria a cada instante. Todo el personal de la expedición con más su cargamento, bajó el Río Bopi, en dos viajes espaciados casi por un mes y utilizando toda la capacidad navegatoria de Covendo, consistente en una flota de unos siete callapos de a dos balsas cada uno. Lamentando la pérdida de una parte de la carga consistente en ropa de reserva, cigarrillos y munición, en una de las cachuelas, la expedición llegó a Huachi sin más novedad de consideración. En Huachi hicimos nuestro centro de operaciones por el espacio de cerca de tres meses coleccionando en todos sus alrededores y realizando algunos viajes a lugares poco alejados. El Dr. Rusby acompañado de su secretario, Mr. MacCarthy, subió en balsa el Río Bopi hasta La Asunta, situada mas o menos a la mitad de su curso. Este viaje fue sumamente penoso, pero muy interesante por la calidad del material botánico conseguido. Mr. MacCarthy regresó de este viaje atacado de fiebre recurrente a pesar de su juventud, pues, no contaba entonces más de 21 años, mientras que su compañero, el Director de la Expedición era un viejo de 66 años que volvió de la empresa. en perfectas condiciones de salud. Otro viaje, fue realizado por nosotros, acompañando al Dr. White y Mr. Brown, a las cabeceras del Río Santa Elena, donde crecían al estado nativo los árboles de "Coto" (Nectandra coto Rusby), productores de la conocida droga de este nombre. Viajamos guiados por indios mocetenes de la Misión y volvimos trayendo el material deseado que después fue estudiado botánica y farmacológicamente en los Estados Unidos. Esta droga, está hoy completamente olvidada y fuera del comercio. Finalmente, otro viaje corto fue hecho por el entomólogo Dr. Mann a la Misión de Santa Ana del Ciboy situada río abajo de Huachi en dirección a Rurrenabaque. Al pasar navegando el Río Beni por aquí, se ve desde el río la torre de la iglesia de esta misión, cuya población ha desaparecido más de una vez, acabada por el paludismo.

Las colecciones botánicas y zoológicas hechas en esta primera etapa de la Expedición, fueron de mucho interés porque estábamos operando aun al pie de las últimas estribaciones cordilleranas y en el origen de uno de los más grandes ríos de la alta Hoya Amazónica, el Río Beni.

En Huachi, como trabajábamos en condición de ayudante botánico del Dr. Rusby, ya tuvimos la oportunidad de admirar sus extraordinarias condiciones de recolector y preparador de material botánico en el trópico. Este infatigable coleccionista de 66 años, no quería volver al campamento a la hora del almuerzo, antes de que nuestras prensas encerraran por lo menos 100 números de ejemplares en cuadruplicado, fuera de un sinnúmero de muestras de frutos, cortezas etc., que llevábamos en los morrales. En muchas ocasiones, cuando teníamos que derribar árboles para recoger sus ramas apicales floridas o plantas parásitas de situación muy alta, nos sorprendía Rusby manejando el hacha con la destreza y fuerza de un mozo de 25 años. No menos extraordinaria era la habilidad docente de este viejo explorador, que en una charla amena, mientras arreglábamos los ejemplares para colocarlos en la prensa, exponía casi monográficamente la taxonomía de los géneros y especies pertinentes. Su conocimiento de la Flora Boliviana del Altiplano y particularmente de la cuenca de los ríos tributarios del Alto Amazonas, era amplio y preciso. La experiencia que había adquirido para salvar todas las dificultades de un viaje en los trópicos, la demostraba a cada momento conduciendo al personal de la expedición con seguridad, precaución y sentimiento paternal. Era muy ameno, cuando sentados ya todos nosotros en la mesa de campaña durante las comidas, narraba los pormenores de su viaje por el Beni en 1886, haciendo hincapié en las modalidades y costumbres originales de las poblaciones visitadas por él. No hemos conocido otra persona, que hubiera historiado en una forma tan atractiva las peripecias de un médico joven, tal era él en 1886, que hizo un viaje de La Paz al Pará en compañía de un ingeniero aventurero y dos prófugos de la justicia sin más dinero que el saldo que retenía de 3 000 dólares de su comisión pagada por Parke, Davis & Co. y su anhelo de descubrir sirio nuevas drogas, por lo menos muchas especies botánicas aun no clasificadas. No era menos sorprendente su capacidad organizativa para administrar una expedición a través de las selvas del Amazonas. El equipaje nuestro consistente en alimentos, vestuario, material científico y armas, era transportado en cajones sólidos de madera numerados y de diverso tamaño. Los artículos alimenticios de fácil deterioro corno azúcar, sal refinada, frutas secas dulces, etc., estaban guardados en frascos de vidrio con tapa de metal atornillada y colocados en cajones con divisiones interiores. A medida que quedaban vacíos estos frascos, eran llenados con ejemplares de frutos, insectos u otros especimenes zoológicos, en líquidos preservativos. Los cajones grandes que contenían ropa y municiones, una vez desocupados, eran llenados con paquetes de ejemplares botánicos ya secos y muestras secas de cortezas, hojas, etc.

De esta manera, los cajones que vinieron de los Estados Unidos con material de consumo para la expedición, regresaban con ejemplares de Historia Natural preparados. Era admirable, la seguridad con la que localizaba Rusby cualquier objeto que se le solicitaba para uso personal. Así por ejemplo, sabía por el catálogo de las existencias de la expedición, en qué cajón estaban los mosquiteros de reserva o el papel impermeable para embalar los paquetes de plantas herborizadas secas. Las drogas que poseía la expedición, eran abundantes y fueron seleccionadas por Rusby en los Estados Unidos en vista de su experiencia sobre su viaje anterior a estas regiones. Muchas drogas fueron especialmente preparadas bajo su indicación, por la Casa Mulford, para probarlas durante el viaje. Por primera vez, vimos en 1921 en esta expedición, estuches pequeños que cabían en el bolsillo trasero del pantalón y que contenían seis ampolletas inyectables, cada una con su propia aguja aséptica y con !as substancias de uso más urgente en caso de emergencia, tales como permanganato de potasio contra picaduras de víboras o arañas, luego cafeína, aceite alcanforado, morfina, etc. Una buena medida profiláctica que siempre nos aconsejaba Rusby era la de comer bien para no enfermar y para comer bien decía él, no hay que tomar las comidas usuales de estos lugares porque ellas no consisten sino en arroz, mandioca y pescado de río. La expedición contaba con una gran variedad de carnes, quesos, grasas, enlatados, luego legumbres y hortalizas secas, frutas y papas deshidratadas, etc., en su mayor parte adquiridos en los Estados Unidos a precio muy bajo de las existencias que sobraron en el mercado, al finalizar la Guerra Europea. Para evitar la molestia causada por los mosquitos y sobretodo los "marigüis" en los primeros meses del viaje usábamos aceites esenciales como Citronela y Penny Royal en frascos de a una onza. Después adquirimos cierta inmunidad contra estos animales tan voraces de sangre humana. Todos saben que la vida de exploración en los trópicos deshabitados de Sud América, está expuesta a numerosos peligros aun sin tomar en cuenta el clima y las enfermedades propias de la región. Con todo, gracias a las previsiones higiénicas y consejos de Rusby, el personal de la expedición, no tuvo que lamentar sino la infección de fiebre recurrente y paludismo del Secretario de Campo Mr. MacCarthy y un ataque severo de "niguas" en los pies sufrido por el ictiólogo Mr. Pearson. Debemos recordar aquí que la expedición, pasó por lugares muy palúdicos como el Río Bopi, el Lago Rogoagua, Villa Bella, etc., y varios de sus miembros pasamos alguna vez, la noche al aire libre por retraso en la llegada de las carretas con nuestras camas o por habernos extraviado en el bosque o en la pampa al caer la tarde.

A fines de octubre de 1921, la Expedición Mulford, movió su centro de actividades hacia su próximo objetivo de exploración, el Lago Rogoagua. De Huachi, bajamos en callapones de a tres balsas cada una a Rurrenabaque en cuatro jornadas de a ocho horas de navegación muy lentas debido a que el Río Beni ya es de gran caudal de aguas y de poca corriente. A la salida de Huachi y durante los primeros dos días, el panorama de las orillas del río, monótono, es la vista de playas extensas con árboles enormes dejados en seco por la anterior avenida o es la rivera arenosa de "charales" o "chuchiales" (Gyneríum sagíttatum) con algunos árboles altos y Cecropías. Al atardecer del tercer día llegamos a la encañada del Beo donde el río hace un recodo y recibe al río Quendeque. Aquí es increíble la cantidad de "marigüis" y al mismo tiempo la abundancia de peces grandes en el límite de las aguas turbias del Quendeque y las claras del Beni, en ese tiempo. Nuestros balseros han sacado muchos peces de cerca de un, metro de largo en poco tiempo. Al iniciar el cuarto día de navegación, se ve un panorama soberbio en el Cerro de Bala, llamado así, porque es una loma escotada por un espacio cuadrangular como si la roca de esta porción del cerro, hubiera sido volada por una gigantesca bala de cañón. Rurrenabaque, tiene una posición magnífica desde e! punto de vista, del clima y ofrece un espectáculo hermoso de concurrencia simultánea de las últimas estribaciones de la cordillera, la vista de un río caudaloso beniano, el comienzo de la selva alta de orilla de río que caracteriza a la Hylaea Amazónica y por último las porciones iniciales de la inmensa pampa de Yacuma,

En Rurrenabaque, se estableció nuestro segundo y último centro de actividades exploratorias. Durante el resto de octubre y los primeros días de Noviembre, coleccionamos intensamente plantas, insectos, reptiles, anfibios y mamíferos. El Dr. White hizo también un recorrido de algunos días coleccionando plantas con frutos comestibles en la región de Bala, donde tenía su finca el Sr. Age Bang, un súbdito danés avencidado en estas tierras desde hacía mucho tiempo. Vivía en este tiempo con Age Bang su hermano, el conocido coleccionista de plantas de Bolivia, Miguel Bang. Ya a fines del siglo pasado, Dn. Miguel Bang, jardinero entrenado en Kew Botanical Garden de Londres había sido enviado a Bolivia con el objeto de coleccionar orquídeas vivas. Pasado algún tiempo, se quedó Bang en Bolivia trabajando como jardinero en la Quinta de la Muyurina de la Familia Rivero Torres y también como jardinero de los parques municipales de Cochabamba. El Dr. Rusby, después de estudiar las plantas por él coleccionadas en su viaje de 1885-1886 en Bolivia, se interesó por continuar ocupándose de nuestra flora y así, entró en comunicación con Miguel Bang obteniendo de este el compromiso de hacer recolecciones grandes de ejemplares que serían vendidos a algunos Herbarios o Museos de Europa y Estados Unidos, Bang, trabajó en esta empresa por algunos años y envió a Rusby el material que fue publicado en cuatro artes bajo el título de "An Enumeration of the Plants Collected in Bolivia by Miguel Bang". Aunque el material recolectado por Bang en Cochabamba, Yungas de La Paz y Mapiri, contenía muchas especies nuevas si se tiene en cuenta que a fines del siglo pasado, apenas se había tocado la flora de nuestro país, este coleccionista que hizo viajes largos, etiquetaba sus ejemplares con mucho descuido y así a localidades situadas por ejemplo allá por el Espíritu Santo en nuestros yungas, designaba él simplemente por "Vecindades de Cochabamba". Muchas especies interesantísimas descubiertas por Bang, no han podido ser encontradas después por esa designación vaga de localidad. Además, todavía el mismo Dr. Rusby, ha descrito varias especies de las colecciones de Bang, sin localidad ni número. Como es de suponer, esta empresa de pagar los viajes con el producto de la venta de los ejemplares duplicados, no pudo prolongarse por mucho tiempo sin desanimar al coleccionista que no tenía en realidad ninguna remuneración personal fuera de salvar sus gastos de viaje en condiciones pobrísimas. De esta manera, Bang perdió su contacto con Rusby hasta 1921, cuando Rusby escribió a Bang proponiéndole el cargo de Administrador de la Expedición desde la llegada de su personal a Rurrenabaque. Debido a estas circunstancias, conocimos a Dn. Miguel Bang, en 1921, ya viejo y tuvimos su compañía en Rurrenabaque hasta nuestro regreso del Lago Rogoagua a fines de Noviembre de 1921, época en la que él se retiró a Bala para radicarse nuevamente en la finca de su hermano, donde murió quince años después.

En los primeros días de noviembre, salimos de Rurrenabaque hacia el Lago Rogoagua con un programa de exploración de un mes. Tendríamos el privilegio de ser los primeros exploradores científicos de este lago que en nuestros mapas figuraba con contornos vagos y localización incierta. De Rurrenabaque, salimos todos nosotros llevando un equipaje cargado en siete carretas. El primer día llegamos a Reyes y quedamos allí por algunos días hasta ultimar los preparativos del viaje al Rogoagua, buscando un guía de ruta y adquiriendo animales de silla para nosotros que consistían en mulas y "buey-caballos". De Reyes avanzamos en un medio día hasta la Laguna de San Pedro, que resultó interesante por su fauna ictiológica. El segundo día, después de una jornada de diez horas llegamos a San Antonio, pasando por San Rafael. Estas poblaciones situadas en plena pampa del Yacuma cubierta de densos pajonales con islas de bosque de trecho en trecho, no eran sino haciendas de vaqueros con una reducidísima población humana. El tercer día, salimos de San Antonio, todavía montados y después de unas dos horas de recorrido, arribamos a la orilla del Curiche del Rosario, que en ese tiempo tenía una extensión de más-de diez kilómetros y que era viable solo a pie o en carreta.

Dejamos nuestras cabalgaduras y continuamos unos a pie y otros en bueyes hasta alcanzar ya de noche, la última población o Hacienda Rosario después de un chapaleo penosísimo a través del curiche, con el agua o barro hasta la cintura y acosados por nubes de zancudos. Nuestras carretas, quedaron enfangadas al comienzo del curiche y como esa noche quedaríamos todos sin cama ni comida, tres de nosotros: el Dr. White, Mr. MacCreight y el que estas líneas escribe, resolvimos quedarnos y hacer sacar una sola carreta del fango con ocho bueyes para colocar en ella todas las camas y comida para un par de días. Trabajando toda la tarde, logramos salir del apuro y llegamos así con nuestra carreta de auxilio a media noche a Rosario. En Rosario y apenas a 15 kilómetros del ansiado Rogoagua y sin muchas ganas de continuar viaje, quedamos dos días hasta que llegaron nuestros carreteros con todo el resto del equipaje. Saliendo a medio día, llegamos a una orilla alta del majestuoso Rogoagua aun antes de caer la tarde y así tuvimos, tiempo para armar nuestras carpas, preparar nuestra cena y pasear algo por los alrededores de nuestro campamento. Después de unos veinte días de intenso trabajo de recolección en las vecindades del Rogoagua, regresamos por grupos a Rurrenabaque. Nuestra permanencia por mayor tiempo en estas regiones del todo inhabitadas por seres humanos, habría sido casi !imposible. Estuvimos, situados con nuestro campamento a unos 15 km, de la última población de vaqueros, que era Rosario y al cabo de unos diez días, de vida así aislada comenzamos a experimentar una especie de neurosis de soledad al extremo de que entre nosotros íbamos, siendo menos comunicativos y deseábamos con ansia la llegada de uno de los vaqueros de Rosario que venía por lo general cada semana trayendo la correspondencia que de Rurrenabaque era enviada por los vaqueros de estas pampas o provisión de carne fresca o fruta. La flora en los alrededores del Rogoagua, resultó ser muy interesante como puede verse- por el número de especies nuevas encontradas entonces y publicadas después. El próximo objetivo de exploración del Dr. Rusby, era el Río Negro, acerca del cual entonces y ahora todavía, no se tiene informes relativos; a su nacimiento y curso hasta desembocar en el Río Beni. En nuestros mapas antiguos figuraba este río naciendo del Lago Rogoagua. Después de nuestro regreso a La Paz.,este dato fue modificado y hoy, el mapa grande, en cuatro fojas, editado bajo los auspicios de la Sociedad de ingenieros de Bolivia y la Sociedad Geográfica de La Paz, ya no ha mantenido el error al que nos hemos referido. Los textos de Geografía de Bolivia, antes y todavía hoy, no dicen casi nada sobre el Lago Rogoagua. Creemos que el trabajo que presentamos al Concurso Escobari de Conferencias del Centenario de la República, auspiciado por la Sociedad Geográfica de la Paz en 1925 y que recibió el segundo premio, tuvo carácter geográfico primicial. La exploración del Río Negro proyectada por Rusby, habría aclarado muchos problemas geográficos y proporcionado especies vegetales y animales de gran valor taxonómico y ecológico. El Prof. Rusby ya durante los últimos días de nuestra estadía en el Rogoagua, no se sentía bien, perdía peso y sufría de agudos, dolores neurálgicos. Estas circunstancias determinaron la cancelación del viaje al Río Negro, donde por otra parte, no, deseaba ir el resto del personal científico de la expedición por los informes que se tenía de ser aquel río muy malsano y habitado por bárbaros.

En Rurrenabaque y a fines de noviembre de 1921, el Dr. Rusby, delegó la dirección de la expedición, al Dr. Mann y se embarcó con destino a los Estados Unidos en vista del estado precario de su salud. En diciembre fue posible el viaje del personal científico solamente, a las antiguas misiones de Tumupasa e Ixiamas en difíciles jornadas a pie de muchos días por la falta de camino para mulas o carretas. Nuestro equipaje reducido casi exclusivamente al material de recolección y los víveres, fue transportado por peones cargadores. Tumupasa e Ixiamas, poblaciones de indios tacanas civilizados de la Provincia de Caupolicán en el Departamento de La Paz, resultaron centros interesantísimos desde el punto de vista botánico y aquí nuestras recolecciones tuvieron que reducirse a determinados grupos taxonómicos, por la escasez de material de herborización. Cuando regresamos de este viaje, ya no encontramos en Rurrenabaque al personal de fotógrafos y cinematografistas que después del Dr. Rusby, habían bajado a Riberalta, para continuar luego hacia a Manaos y el Pará. A fines de diciembre, se adelantó también el nuevo director Dr. Mann en viaje hacia Riberalta para contratar el transporte del equipaje y el resto de personal de la expedición de Rurrenabaque a Río Ibon en una de las lanchas del Gobierno Boliviano que hacían el servicio quincenal entre Riberalta y Altamaraní (embarcadero de Rurrenabaque). Al realizar este viaje, el Dr. Mann, tuvo la oportunidad de explorar parte de los Ríos Madidi y Negro en las proximidades de su desembocadura en el Beni.

En febrero de 1921, dejamos Rurrenabaque con carácter definitivo los que componíamos el resto del personal científico, es decir, el Dr. White, Mr. Pearson y el que estas líneas escribe, a bordo de la Lancha "Manu" con todo el equipo de la expedición, incluso el lote de animales vivos que iban con destino al Parque Zoológico de Washington. Alcanzamos al Dr. Mann en la Misión de Cavinas y continuamos todos hasta la Barraca Ibon de la Casa Suárez, situada poco antes de llegar a Riberalta. En lbon seguimos coleccionando plantas y animales por algunos días más, hasta que a fines de febrero, nos separamos los estudiantes bolivianos de la expedición, para regresar a La Paz por la ruta Riberalta, Cachuela Esperanza, Villa Bella, Guayaramerín, Trinidad y Todos Santos. Los compañeros americanos, todavía quedaron un tiempo más en Cachuela Esperanza antes de seguir a Manaos y el Pará en la ruta de regreso a los Estados Unidos.

No sabemos cuantos ejemplares botánicos coleccionó el Prof. Rusby en sus otros viajes a la América del Sud. Según un artículo necrológico, escrito por Harold N. Moldenke en Chronica Botánica, Vol. VII, 5, pp. 230-231, septiembre, 1942, este número alcanzaría a 45 000 con un total de 4 000 especies, de las cuales alrededor del 20% serían nuevas. El número de ejemplares recolectados sólo en el curso de la Expedición Mulford, no llegó a los 3 000 sin embargo de que los colectores botánicos fuimos tres. En la introducción de su "Descriptions of the New Genera and Species of Plants Collected on the Mulford Bilogical Exploration of the Amazon Valley", indica el Dr. Rusby que los 2 400 números extraídos de los talonarios de etiquetas, representan alrededor de 1 500 especies y 15 000 duplicados. Nosotros creemos que el número de duplicados, no llegó ni a los 10 000, ya que de algunos números no existen sino ejemplares únicos y de los más, cuando mucho tres ejemplares, que han sido distribuidos por H. K. Mulford Company al New York Botanical Garden, el Brooklyn Botanic Garden, el United States Department of Agriculture, el Gray Herbarium de la Universidad de Harvard, la Philadelphia Academy of Natural Sciences y algunos especialistas, fuera de lotes reducidos que fueron al Royal Botanic Garden en Kew y el jardín Botánico de Berlín. Ninguna de estas instituciones recibió seguramente una colección más o menos completa. Los tipos de los géneros y especies se encuentran en el Herbario del New York Botanical Garden, que fue también el que recibió el lote más numeroso de ejemplares. En esa época, la Expedición Mulford, no contaba con las facilidades actuales de estufas para el secado de los ejemplares con calor artificial. Secábamos los especimenes entre cartones absorbentes al sol y como durante muchos meses teníamos días nublados y lluviosos, además de que por lo general los ejemplares del trópico, son suculentos, hay razón para que en el espacio de cerca de 10 meses, hubiéramos preparado entre los tres recolectores menos de 10 000 ejemplares.

Nos hemos extendido bastante en los datos concernientes a la Expedición Mulford en Bolivia en relación con la biografía de su Director, Prof. H. H. Rusby, porque formamos parte del personal de esta misión y porque en castellano, no hay ninguna publicación relativa a esta expedición, la de mayor magnitud, llegada a Bolivia en todo tiempo.

Volvamos ahora a completar la relación biográfica del Prof. Rusby, tomando los datos del artículo de Harold N. Moldenke ya mencionado, en su mayor parte. A su regreso del primer viaje a Sud América y en 1889, Rusby fue nombrado Profesor de Materia Médica en el College of Pharmacy de la Univerdad de Columbia, siendo luego su Decano por 26 años hasta su retiro y designación de Decano Emérito en 1933. De tiempo en tiempo, enseñó también en la Escuela de Medicina y en el Colegio de Veterinaria de la Universidad de New York. Ingresó al Torrey Botanical Club en 1879 y fue su Presidente de 1905 a 1912. Esta misma prestigiosa asociación de los Estados Unidos, le nombró Socio Honorario Vitalicio en 1934. En su juventud, Rusby trabajó asociado al gran botánico americano Dr. Nataniel Britton y con él fueron los propulsores de la creación del Jardín Botánico de New York. En 1898, cuando ya se organizó el personal de este jardín, Rusby recibió el nombramiento de jefe Honorario del Departamento de Botánica Económica y esta función la cumplió hasta su muerte. Desde 1900 hasta 1933, fue también uno de los miembros del Cuerpo de Directores Científicos de la misma institución. Coleccionó, organizó y preparó la exhibición de unos 10 000 ejemplares de plantas económicas y sus productos en la Sección de Botánica Económica del jardín: Rusby fué también durante muchos años un luchador infatigable contra las adulteraciones en los alimentos y las drogas. Elevó el nivel del farmacéutico a la categoría de académico universitario desde el simple status de empírico autorizado para dispensar preparaciones farmacéuticas. Fue miembro de los Comités para la séptima, octava y novena revisión de la Farmacopea Americana en los años de 1893, 1903 y 1916. Fue Presidente de los Comités de Revisión del Formulario Nacional. Sirvió también como farmacognosista en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de 1907 a 1914.

Los grados académicos efectivos y honorarios y las designaciones de miembro honorario de diversas instituciones científicas con que fue honrado Henry Hurd Rusby, fueron numerosos. Fuera de los grados universitarios que recibió de la Universidad de New York y otros institutos, ya mencionados antes, se le confirió el de Master of Pharmacy por el Colegio de Farmacia de Filadelfia en 1923 y el de Doctor en Ciencias, por la Universidad de Columbia en 1930. Recibió en 1929 la Medalla Hanbury de la Sociedad Británica de Farmacia por sus trabajos originales sobre la Historia Natural y Química de las drogas. En 1937, recibió la Medalla Flückinger de la Asociación Alemana de Apotecarios por sus 65 años consagrados al servicio de la Medicina, la Farmacia y la Botánica. Durante 50 años ejerció una gran influencia en la educación e instrucción farmacéuticas en los Estados Unidos y a él se debe la introducción en el uso médico de su país, de varias drogas como la cocaína, el "guapi" la cáscara sagrada, etc. Fue Miembro Correspondiente de la Sociedad Británica de Farmacia, Miembro Honorario del Instituto Médico Nacional de México. Actuó como Presidente del Congreso Médico Panamericano para el estudio de la Flora Medicinal Americana en 1909 y fue también Presidente de la Asociación Americana de Farmacéuticos en 1910. Casi interminable resultaría, la relación completa de los nombramientos honoríficos que recibió este insigne científico americano, en vida y por eso antes de pasar a enumerar sus principales publicaciones diremos que la Botánica ha inmortalizado su nombre en tres géneros y un gran número de especies descubiertos por él.

Rusby ha descrito un gran número de géneros y centenares de especies nuevos. Poco; botánicos han realizado una obra de denominación taxonómica de esa magnitud. Debemos recordar que Rusby, fue de formación académica, médico y que cultivó la Botánica como autodidacto y sin embargo, fue más conocido por su trabajo en aquella última disciplina. Como es natural, al no haberse especializado en uno o pocos grupos de plantas y al abarcar casi todas las familias, incurrió seguramente en algunos errores técnicos de clasificación. Con todo, fue el mejor conocedor de la Flora andina de Bolivia y de la del Valle Amazónico. Fue, mientras vivió, el único elemento de consulta sobre plantas de Bolivia en los Estados Unidos. Fue un gran espíritu que no escatimó sacrificio por hacer conocer más, las especies vegetales de Sud América., Y a la edad de 66 años todavía se internó, al Noroeste de Bolivia dirigiendo la Expedición Mulford y poniendo en serio peligro su vida ya amenazada por las enfermedades adquiridas en, su primer viaje a través del Continente. Fue severo y austero en su vida. Fue un ameno charlador y leal amigo. Siempre estuvo listo a prestar ayuda al necesitado. Recuerdo todavía con emoción, cuando una mañana al entrar en su carpa en el Lago Rogoagua para pedirle instrucciones antes de salir para la labor cotidiana de recolección, me miró detenidamente y me dijo: "Usted es todavía joven y puede hacer mucho; entonces no vuelva al campamento sino ha coleccionado por lo menos 100 números. Yo quiero hacer más trabajo de exploración, pero ya mi cuerpo no puede obedecerme" Luego 14 años más tarde cuando charlaba yo con Rusby en el hall de su casa en New Jersey, después de la cena y ya muy cansado con sus 80 años de labor dura en la vida, me dijo aun: "Pregúnteme todo lo que quiera sobre plantas o drogas porque después ya no nos veremos más". Cuando regresé a Bolivia y a fines de 1935, este patriarca de la abnegación todavía se acordaba de Bolivia y me decía que él escribiría aun, la Flora de Bolivia si su edición la pagara algún millonario boliviano. Es claro que esta última intención ya era irrealizable, porque debido a su estado malo de salud, Rusby, se retiró a vivir casi desde el año siguiente a Sarasota en Florida, donde murió el 18 de noviembre de 1940. Bolivia más, que ningún otro país del Mundo, debe a Rusby, el trabajo de más amplia extensión realizado en la investigación de su flora, porque este infatigable estudioso de nuestras plantas no sólo, estudió las que él coleccionara en sus dos viajes, sino también las numerosas colecciones hechas por Bang, luego las del Dr. Otto Buchtien y todavía parte de las nuestras, procedentes del Beni y La Paz,

Rusby fue el autor de cerca de 200 publicaciones, entre las que figuran libros voluminosos como su Botánica Estructural de 1911 y "Jungle Memories" que ya hemos mencionado. Las principales publicaciones basadas en las colecciones hechas por este gran explorador botánico o mediante él por otros, son las siguientes:

"An Enumeration of the Plants Collected by H. H. Rusby in South América in 1885-1886" en 32 partes, de las que las tres primeras fueron escritas por varios especialistas, luego las partes 4 al 23 inclusive por el Dr. Nataniel L. Britlon y las partes 24 al 32 inclusive, por el mismo Dr. Rusby.

"New Genera and Species of Plants from Bolivia", by H. H. Rushy, en Bull. Torr. Bot. Club, pp. 229-434, 1893.

"Coca at home and Abroad" by H. H. Rusby, Ther. Gran. 1888.

"The Cultivation of Cinchona in Bolivia", by H. H. Rusby, Phar. Record, vol. 7. pp. 305-308.

"Floral Features of the Amazon, Valley", by H. H. Rusby, en New Eng. Druggist, pp, 14-18, April 1889,

"Enumeration of a Collection of Birds Made in South America. By H. H. Rusby in 1885-1886" by J. A. Allen, en Bull. Am. Mus. Nat. Hist., vol. 2, pp. 77-112, 1889.

"An Enumeration of the Plants Collected in Bolivia by Miguel Bang" by H. H. Rusby en cuatro partes y en Mem.. Torr. Bot. Club., 1892-1907.

Además Rusby, escribió sobre la Flora de Bolivia y la de Sud América, lo siguiente:

"New Species from Bolivia, Collected by R. S. Williams" en dos partes y en Bull, of the New York Bot. Gard. 1910 y 1912.

"Three Hundred New Species of South American Flora", New York, 1920.

"Descripfions, of the New Genera and Species of Plants Collected on the Mulford Biological Exploration of the Amazon Valley, 1921-1 922", en Mem. of the New York Bot, Gard., vol. 7, pp. 205-387, 1927 y

" New Species of Plants of the Ladew Expedition to Bolivia" en Phytologia, vol. 1, N°. 2, pp. 49-80, 1933.

Todo el conjunto de las anteriores publicaciones, constituye la literatura básica de la Flora de Bolivia para las regiones del Altiplano de La Paz, Cochabamba y el Noroeste de Bolivia, Esta literatura complementada con la igualmente valiosa, debida al Prof. Theodor Herzog de Jena en Alemania y que se refiere al Chaco, la Provincia de Chiquitos, las Savanas de Santa Cruz, Cocapata y los Yungas de San Mateo en Cochabamba, da ya una idea de la Flora General de Bolivia.

Otto Kuntze

En orden cronológico, deberíamos consignar aquí la biografía del Dr. Otto Kuntze, autor de la famosa obra "Revisio Genera Plantarum", que viajó por Bolivia en 1891, pero no lo hacemos porque no hemos podido obtener los datos necesarios. Esperamos que el Prof. Charles Chardon en su Relación de los Naturalistas que estudiaron la América del Sud, próxima a publicarse en Chronica Botánica, se ocupe in extenso de este gran explorador botánico alemán. Entre tanto, insertaremos a continuación el Itinerario del Viaje del Dr. Kuntze por Bolivia, tomado de la Parte III, pp. 1.2, 1898 de su obra ya citada.

8-13 de marzo de 1891. Ollagüe, Uyuni, Challapata. Machacamarca, Poopó y Oruro.

16-21 de marzo. Viaje de Oruro a Cochabamba por Challa, Tapacarí y Parotani.

22 de marzo al 14 de mayo. Viajes en el Departamento de Cochabamba, de acuerdo al siguiente itinerario:

30 de marzo al 5 de abril. Paso de Tiraque, Seja de Montaña de Santa Rosa y Santa Rosa (antiguo puerto sobre e Río Chapare, cuando no había el actual Todos Santos).

13 al 21 de abril. Regreso por el Río Juntas, Cristal Mayu y Cuchicancha o actual Aguirre.

26 de abril al 4 de mayo. Viaje a Ayopaya por Abra y Valle de Peñas, Pampa Pelada, Abuela Fiala, El Choro, Cocapata, San Cristóbal, Río Samaron, Quebrada Honda, Cotacajes Pujiuni y Monte Punco.

14 al 30 de mayo. Viaje de Cochabamba a Santa Cruz de la Sierra pasando por La Angostura, Carcaje, San Benito, Arani, Totora, Uyacti, Río Jalvani (Challguani?), Viña, Sivingal, Tarco Abra, Samaipata, Río Cuevas, Inca Bueyes, Petaca y Santa Cruz.

31 de Mamo al 30 de junio. Estadía en el Departamento de Santa Cruz con una excursión a Buena Vista en la cuenca del Río Yapacani.

1 al 22 de julio. De Santa Cruz hacia a la Provincia Velasco por Santa Ana y San Matías y por el río Jaurú hasta Villa María o San Luis de Cáceres al Río Paraguay.

1.- Prof. Dr. Henry Hurd Rusby 1855 - 1935.

2.- Personal de The Mulford Biological Exploration of the Amazon Basin en Rurrenabaque (Río Beni). De Izquierda a Derecha, 1ra. Fila: Martín Cárdenas, Henrry H. Rusby, Manuel López. 2da. Fila: Duval Brown, Everett N. Pearson; 3ra. Fila: N. Nicolavich, Orland E. White, William M. Mann, George S.Mc.Carthy.