Exploradores botánicos de Bolivia

Hugo Algernon Weddell

 

Hugues d´Algernon Weddell, nació en Painswick, del condado de Gloucester (Inglaterra), el 22 de junio de 1819, siendo sus padres Samuel Weddell y Carlota Walker. Por la vía paterna, descendía de una antigua familia de origen sajon, establecida por muchos siglos en Inglaterra y que contó entre sus miembros a ilustres servidores públicos, como el Comodoro John Wedell, que al mando de la Flota Británica venció a los portugueses en Ketchmey y Ormuz, en el Golfo Pérsico, afianzando la dominación inglesa en el Oriente y el otro marino, Sir James Weddell, que viajó alrededor del mundo con el Almirante Ross y a cuya memoria, quedan las islas Weddell, como parte de las Nuevas Hébridas.

Hugo Algernon Weddell 22 de junio de 1819 - 22 de julio de 1877.

Queriendo seguir la huella de sus antepasados y celoso de sus títulos de honor, Hugo Weddell, seguramente habría deseado también ser marino si acontecimientos de orden familiar no hubieran cambiado el curso de su destino. En efecto, su padre se vio en la necesidad de abandonar Inglaterra para ir a peregrinar en Francia. Residió primero en Boulogne-sur-Mer y allí el pequeño Hugo, de apenas 5 años de edad, fue por primera vez a la escuela, donde debía tener por condiscípulos a quienes más tarde fueron Lord Napier, Almirante Cornwales, etc. Más tarde, Samuel Weddell debe residir en París y su hijo asistir al Colegio Enrique IV donde estudiaría los clásicos como desembarazándose de una obligación molestosa, pero indudablemente con fruto, ya que desde entonces comenzó a manifestar su pasión científica robando tiempo a sus estudios oficiales, para dedicarlo a la Botánica o Entomología. Una vez, en al mejor época para la herborización de plantas, decidió el joven estudiante darse una vacación de un mes escribiendo en substitución de su padre al supervisor del Colegio Enrique IV, que por motivos de salud no asistiría a clases y después informando que su convalecencia progresaba lenta, pero efectivamente. Esta mentira fue después descubierta y el pequeño botánico pagó rudamente su audacia. Con todo, este incidente divertido no impidió que Hugo Weddell se recibiera bachiller antes de los 16 años de edad y con mención honrosa, después de que los examinadores, sorprendidos por la extensión de sus conocimientos, le habían interrogado pasando los límites del programa oficial universitario.

Una vez libre del yugo de sus primeros estudios, el joven naturalista, no tuvo otra preocupación que la de seguir las herborizaciones, esta vez ya públicas, bajo la dirección de Adrián de Jussieu, quién descubrió en Weddell, desde un principio, espíritu reflexivo y una voluntad ardiente y se esmeró en darle además de la iniciación, la dirección científica tan necesaria y desgraciadamente descuidada por lo general, como sucede en el caso de tantos jóvenes de muy buena voluntad, que pierden fortuitamente sus años de mocedad, por falta de ella. Gracias a su célebre profesor, Weddell comenzó el estudio de la botánica, por el conocimiento de la especie en el terreno, sin hacer intervenir el examen de los tejidos y el uso del microscopio sino más tarde para consolidar y profundizar las nociones adquiridas primero por el testimonio de los sentidos. De esta manera se abrió su espíritu a una concepción amplia de la especie que él la basaba sobre la morfología, la anatomía la fisiología y la distribución geográfica de las plantas a la vez y de la que dio pruebas a cada paso en sus trabajos descriptivos.

La influencia docente de Jussieu, aunque particular sobre los estudios botánicos de Weddell, se extendió también sobre aquellos que debían servirle para obtener su diploma de doctor en Medicina. Tuvo Weddell, la buena fortuna de haber sido adscrito al servicio clínico de M. Noel Gueneau de Mussy, a la sazón, Director del Hospital de Cochin y miembro de la ilustre familia de los Jussieu. Los estudios clínicos de Weddell, fueron dignos de elogio y como externo de los hospitales, se distinguió especialmente como anatomista habiéndose conservado por mucho tiempo en la Escuela de Medicina, algunas de sus preparaciones y entre estas una muy fina del oído interno. Los conocimientos formales que adquirió en la Facultad de Medicina, le sirvieron más tarde durante sus viajes, llegando a ser también operador alguna vez. Con todo, no se dedicó a realizar investigaciones sobre cosas nuevas en Medicina y su tesis doctoral sostenida en 1841, cuando contaba apenas con 22 años, no fue sino una formalidad académica. Una vez doctorado en medicina y no sintiéndose atraído por esta profesión, se apresuró a volver sobre sus primeros estudios botánicos y en especial sobre los de la Flora de París. Hacia esta misma época, otros discípulos de Jossieu, delineaban ya los mismos estudios y a ellos se unió Weddell. Del trabajo en conjunto de M. M. E. Cosson, E. Germain, y H. Weddell, tres jóvenes botánicos ávidos de ampliar un campo de exploración ya tradicional sobre la flora de París, nació la publicación común "Introducción a una Flora descriptiva y analítica de los alrededores de París", seguida de un "Catálogo Razonado" correspondiente. El círculo de exploradores de la Flora Parisiense, ya era numeroso y el itinerario de los viajes anuales, el mismo desde la época de Tournefort hasta la de Cornuti, los Jussieu, Jaubert, Buchenau, Chambine, Mandon, Cosson, Germain, Kralik, Weddell y otros. Era necesario salir de los límites de ese círculo viejo y Weddell, fue el primero en hacerlo para descubrir a las puertas mismas de París, muchas novedades que las iba describiendo. Después de tres meses de labor ya había preparado casi una tercera parte de una "Flora de París", cuando partía para su primer viaje a la América. Este trabajo que se ha conservado, en la Biblioteca de M. Cosson, a pesar de haber sido ejecutado tan rápidamente, era por entonces superior a cuanto se había escrito sobre la materia.

Wedell, estaba aún como adjunto al Museo de París, bajo la dirección de Adrián de Jussieu, cuando se incorporó a la Expedición de M. Castelnau, antes de cumplir sus 24 años de edad. La expedición partió de Brest el 30 de Abril de 1843 a bordo del "Dupetit-Thouars"y después de una corta permanencia en el Senegal, desembarcaba a mediados de Junio en Río de Janeiro. Esta expedición no contaba sino con cuatro miembros principales: M. el Conde Francisco de Castelnau, acompañado del M. el Viszconde Eugenio d’Órsey, ingeniero y encargado con él de las determinaciones geográficas y particularmente competente como geólogo, luego M. Deville, zoólogo y Weddell que era a la vez botánico y médico de la expedición. Debido a miles de circunstancias imprevistas como la exploración seductora de los alrededores de Río de Janeiro, el reajuste de los instrumentos, las determinaciones astronómicas, la organización laboriosa del viaje para el interior del Brasil y en fin una enfermedad grave del Conde de Castelnau, la expedición no pudo salir de Rió sino después de cuatro meses con dirección a la región de los descubrimientos o sea lo desconocido donde debía enfrentarse a diario con las inclemencias de la naturaleza, las dificultades y accidentes de todo género, la malevolencia de los indígenas y hasta la traición de los propios guías. A pesar de todas estas dificultades y del fin trágico de M. d´ Orsey, que hubieran agobiado y rendido a cualquier viajero, Weddell seguía manteniendo la alegría de su espíritu y su entusiasmo al aspirar los aromas de una flora desconocida para él. El trayecto inmenso de sus viajes desde Río de Janeiro sobre el Atlántico hasta Islay, sobre el Pacífico, que cubre las zonas más diversas de la América del sud, ya denota la magnitud de su trabajo de exploración y el temple de su carácter. Este enorme itinerario puede dividirse en tres etapas, de las que la primera se refiere al recorrido desde Río de Janeiro a Villa Alta en el Estado de Matto-Grosso, la segunda, al trayecto de Villa Alta a Chuquisaca en Bolivia y la última al tramo de Chuquisaca a Arequipa Islay en el Perú.

El viaje de Río de Janeiro a Villa Alta, lo realizó Weddell, todavía en compañía de M. de Castelnau y sus colegas, cubriendo los estados brasileños de Minas Geraes, Goyaz y Matto Grosso, sobre la línea que separa la cuenca del amazonas, de la del Paraná así como explorando algunos de los afluentes de estos dos ríos. Las colecciones que hizo llegar Weddell a Francia de esta primera parte de sus exploraciones, alcanzan a 3,316 plantas, fuera de los envíos perdidos. Durante este viaje, Weddell, fue siempre el espíritu animador del coraje de sus compañeros con su carácter alegre y generoso y cuantas veces cuando la moral de los viajeros, había casi sucumbido a la espera de la comida o a la desaparición de las mulas de carga que los habían dejado solos delante de los innumerables bultos, estaba todavía el "inglés melomano", firme, con su inesperado ímpetu de ánimo para reanimarlos. La historia de la Expedición Castelnau, ha sido publicada en cinco volúmenes a los que remitimos a los lectores que quisieran conocer los pormenores de este célebre viaje científico, concretándonos por ahora al curso de las exploraciones botánicas de M. Weddell. Este gran explorador en la primera etapa de su viaje, recorrió la Bahía de Río de Janeiro, las mesetas del interior de los estados ya mencionados más arriba y las zonas pantanosas del Alto Paraguay. Se lo ve presa de admiración a la vista de la selva tropical y de su estupenda vegetación, consignando en su diario, lo siguiente: "el espíritu se turba al contemplar atentamente estos árboles gigantescos que se elevan a una altura tan prodigiosa para exponer la magnificencia de su follaje y el brillo de sus flores; parece que quisieran dominar a los vegetales más bajos que les rodean y con los cuales forman unidos, haces, para soportarse mutuamente, entrelazándose de mil maneras, perforando con frecuencia, los órganos chupadores de los unos, la corteza espesa y esponjosa de sus vecinos a expensas de diversos artificios; se yerguen hasta las cimas más elevadas para desarrollar sus ramas floríferas y a veces sofocando su sustento entre sus brazos. Entonces, el árbol muere, pero permanece aún parado por estar sostenido sobre las numerosas lianas que lo mantienen a la manera de las cuerdas de un barco que sostienen los mástiles, hasta que al final, el colapso de la base hace caer el edificio y de toda esta reunión de seres, no queda luego nada". Otro día se halla Weddell no lejos de la selva que acaba de describir, en las restingas brasileñas, esas fajas de tierra plana que se extienden entre la costa y las montañas, con lagunas salobres diseminadas y cubiertas de una arena suavemente colorida por las flores de diversas plantas y ostentando de trecho en trecho algunas palmeras acaules (Diplothemium) y sin número Cactáceas con sus grandes ramas erizadas de espinas, También se le veía admirado de observar que el clima variado de Río se prestaba casi a todos los cultivos del mundo, al encontrar las Casuarinas de Nueva Holanda, las Esterculias y los Mangos del Viejo Continente, así como Leonurus cardiaca, la Stachy arvensis , "la planta mas vulgar de los sitios cultivados" y tantas otras yerbas tan familiares a él y que crecían confusamente en su jardín de la Gloria. "Todos estos seres, escribía en su diario, que yo despreciaría en su patria, son aquí, mis amigos y me aparto de ellos para no pisarlos. Una vez llegado Weddell a las mesetas del interior, la escena natural cambia ante su vista, pues, ahí están las Capoeiras y de 1.000 a 1.200m. de altitud, los campos ondulados, zurcados por riachuelos, presentando en medio de las Gramíneas cespitosas, las flores lilas de una Melastomacea enana, las bellas corolas azules de una encantadora Pcvonia y los estandartes amarillos o escarlatas de varias Leguminosas y Poligalaceas. Dentro de los matorrales, en medio del follaje glabro y lustroso de las Anona y el espinoso y obscuro de los Solanum , brillaban los pompones dorados de las Mimosáceas y se entrelazaban en guirnaldas, los festones purpurinos de las Apocynaceas (Echites) con las varas de los Asclapiadaceas afilas, mientras que por los bordes, caían las corolas violáceas de las Cuphea y a unos tres metros por encima, asomaban las rosetas terminales y las grandes flore azules de Vellozia. Mas abajo en las hondonadas pantanosas , aparecían los tapices de Drosera sobre los cuales apuntaban los capítulos níveos de los Eriocaulon, mezclados con diversas especies de Xyris y de Sauvagesia y más lejos, se destacaban, interrumpiendo el horizonte, los ramos de bosque (Capoes) y de vez en cuando también bosquecillos constituidos principalmente por la soberbia Araucaria brasiliensis.

Todavía en compañía de los otros miembros de la expedición, realizó Weddell un viaje por el Alto Paraguay navegando el curso largo de los ríos Guyaba y San Lorenzo. En este viaje, los naturalistas recorrieron aquellos ríos con meandros sin salida que desorientaban aún a los naturales del lugar, contemplando el bosque inundado que se mostraba en la orilla como una maraña de troncos y palos, bañada en su base por las aguas profundas y negras sobre cuya superficie, se reflejaban los monos suspendidos en los cordeles de las lianas. Junto a este bosque de la ribera, tenían otro bosque de plantas acuáticas, yerbas altas como Paspalum fasciculatum, el "arroz de pantanal" (Oryza paraguayense), Polygonum parguayense, de en medio de las cuales se levantaban los penachos de los "charos" (Gynerium saccharoides), las inflorescencias anaranjadas de las Heliconias, las corolas de los Hibiscus, etc. como un conjunto reunido por los festones de los Convolvulus. Ya en contorno de las embarcaciones mismas, aparecían las islas flotantes de Pontedeira y Jussieua, desprendidas de las orillas y que acompañaban a los viajeros por el curso de las aguas en medio de las hojas inmensas de la Victoria regia, capaces de sostener a un hombre y las frondulas microscópicas de la Wolfia brasiliensis.

A la vuelta de este viaje, la expedición sufrió un percance muy desagradable. El Conde de Castelnau, antes de salir para los afluentes del Paraguay, había confiado el equipaje de la expedición, a un mulato que ejercía las funciones de Jefe de la Policía de Cuyabá y el que no tuvo escrúpulo en abrir las cajas, apoderarse de una parte de su contenido y vender el resto a los comerciantes del pueblo. Esta situación que comprometía el curso futuro de la expedición debía servir de motivo justo a Weddell para separarse de sus compañeros, pero él adujo mas que todo para llegar a ese fin, la razón de haber recibido del Museo de Historia Natural de París, la instrucción concreta de explorar las "quinas" de Bolivia, pasando por regiones que no estaban en el itinerario de Castelnau. El equipaje robado, fue recuperado a gestiones del mismo Weddell, aunque el autor del abuso de confianza, no fue castigado. En esta época reinaba en el Brasil, Don Pedro I y el gobierno, no había prestado ninguna ayuda a la expedición. Este estado de cosas habría sido muy distinto, si los viajeros hubieran llegado al Brasil, veinte años más tarde cuando era gobernante Don Pedro II, el gran protector de los científicos y esmerado propulsor del estudio de la Flora Brasiliensis. Los resultados de los estudios botánicos en esta primera parte del viaje, fueron considerables como ya hemos indicado antes, a pesar de la falta de dos envíos de plantas procedentes de la Sierra de Orgaos y de Tocantins, que se perdieron. Además en sus exploraciones acuáticas, Weddell coleccionó antes de separarse de la expedición, las interesantes plantas que florecen y fructifican solo en las cascadas y que se muestran estériles en las aguas tranquilas, las Podostemáceas. Observó nuestro botánico las Podostemáceas del Tocantins eran diferentes de las del Paraguay.

Por fin, el 24 de Mayo de 1845, estando la expedición en Villa María , sobre el río Paraguay, se separó Weddell de sus compañeros para internarse en Bolivia y así empieza una segunda etapa de su itinerario que tiene que cumplirlo con recursos restringidos y sin más compañía que la de los nativos que le sirvieron de guías o arrieros. El primer día después de su despedida de los compañeros, visita los lugares donde crecía la Ipecacuana, una planta medicinal muy preciada y sufre luego una catástrofe. Las mulas que llevaban sus paquetes de plantas, se desbandan y los preciosos ejemplares caen en el pantano, hechos pedazos. En fin después de una travesía penosa desde Villa María por pantanal y bajo un sol canicular, llega a las Misiones de Chiquitos, en Bolivia, el 29 de Agosto de 1845 y allí una insolación seguida de delirio, altera profundamente su salud. Su juventud y su vigor físico sin embargo, le dan todavía fuerzas sobrehumanas para seguir haciendo jornadas de 14 a 16 horas diarias y vencer esos caminos fragosos de la región de las serranías del Oriente para llegar a Santa Cruz de la Sierra, situada a 120 leguas de Villa María y donde al fin encontrará un lecho donde descansar y un médico cualquiera que le curará. El diario de esta parte del viaje de Weddell está someramente consignado, en el prefacio de sus "Adiciones a la Flora de la América del Sud", publicadas en 1850 en los Anales de Ciencias Naturales.

De Santa Cruz, continúa Weddell, hacia el Sud de Bolivia hasta llegar a Tarija y de aquí prosigue a Chuquisaca, final de la segunda etapa de sus exploraciones botánicas. En el trayecto de Santa Cruz a Tarija, descubre la "Quina" más meridional del Continente, la Cinchona australis Wedd. y en Tarija observa los fósiles de mamíferos que los naturales del lugar guardaban en sus casas como fetiches, considerándolos pertenecientes a hombres gigantes. La relación de las incidencias de esta segunda etapa de viajes, fue escrita con mucho detalle por Weddell en un volumen especial intitulado "Viaje por el Sud de Bolivia" y que forma parte de la historia de la Expedición Castelnau. Es muy grande la importancia de este segundo periodo de ese inmenso recorrido porque pone a Weddell en presencia de los árboles de "Quina" que hasta entonces no se había conocido sino en ejemplares herborizados y sobre todo en muestras comerciales de corteza. Era de suponer entonces que la clasificación de estas preciosas plantas, estuviera antes de la publicación del famoso libro de Weddell "Historia Natural de las Quinquinas", en un estado de confusión terrible.

De Chuquisaca, se dirige Weddell a La Paz, coleccionando siempre con en todo el curso de sus viajes, la flora representativa de las variadísimas zonas situadas en el trayecto. Llegando a La Paz, da un breve reposo a sus fatigas, aunque quedaba en su itinerario, la exploración de las accidentadas montañas de Carabaya del Perú, asiento muy rico en Cinchonas. Ya en La Paz, sintió nuestro viajero, los efectos de la soledad espiritual después de haber viajado desde Villa María, solo acompañado de indios y sobre todo su ánimo enervado requería alguna distracción espiritual y es así como se lo ve tomando la ruta hacia a Arequipa situada apenas a un centenar de leguas de La Paz. Weddell cruza el Lago Titicaca, visita en una de sus islas el Templo de la Luna situado al abrigo de un bosque de"Queñuas" (Polylepis), es reconfortado por el clima insular, luego continúa por tierras peruanas, franquea la cordillera, llega al pie del Misti y está en Arequipa donde encuentra de Cónsul de Francia a M. Botmiau, y además al médico frances Dr. Auregau. Weddell no puede todavía viajar a las montañas de Carabaya porque aún no ha pasado la época de lluvias y Arequipa festeja con entusiasmo el carnaval. Han transcurrido varias semanas, el carnaval ya ha pasado y Weddell aún sigue en Arequipa donde las familias más distinguidas se disputan el honor de recibirlo. Una de estas familias le seduce cada vez más por su trato y él que había ido a Arequipa en busca de reposo y de distracción por pocos días se ve atraído por la Srta. Juana Manuela Bolognesi, hermana de dos coroneles del Ejército del Perú, uno de los cuales, tendrá á más tarde una actuación heroica en la Guerra del Pacífico y se casa con ella l 28 de Marzo de 1847.

Poco tiempo después de su matrimonio, Weddell abandona el himeneo para ascender las vertientes occidentales de la cordillera en dirección a la meta de sus aspiraciones botánicas, Carabaya y llega al pequeño pueblo de Puno. Luego, después de recorrer la parte septentrional del Lago Titicaca, se encamina al este, hacia a las alturas de Sorata de donde salían anualmente numerosos quintales de corteza de quina para los mercados del Perú. Esta su llegada al mundo de los árboles que buscaba, alivió sus penurias dando paso a su deseo justo de terminar de una vez el estudio de las quinas. Por otra parte, sus finanzas habían sido reforzadas en Arequipa y así, viajaba a la cabeza de una recua de mulas, con dos sirvientes españoles, guías indios y cartas de recomendación que pedían a los corregidores prestarle toda ayuda y hospitalidad. Es estas condiciones, parecía que la buena suerte le sonreía ya que antes que un simple explorador comisionado por el Museo de París, era todo un comisionado del gobierno Peruano. Sin embargo de esta venturosa situación, tenía por delante, nuestro, nuestro viajero, las complicaciones políticas de estos países jóvenes y la insalubridad de las zonas que debía recorrer. Además, parecía que las quinas escapaban a su afán de estudiarlas y cando arribó a Sorata, no encontró sino minas de oro, puesto que la quina conocida en el Perú como procedente de esta población, venia de más lejos, de las vertientes orientales de Guanay. Para llegar a la región donde crecían estos árboles, debía franquear nuevamente la cordillera y seguir las gargantas profundas del Río Tipuani, el Pactolo de Bolivia, atravesando leguas y leguas, entre los lavadores de oro y pagando medio real por cada pan negro del tamaño de una mano. Al final, llega a la zona cinchonífera de Río Tipuani que al mismo tiempo es pestífera y así, primero la disentería y después la terciana, ponen pendiente de un hilo, la salud de este gran explorador, ya minada por tantas fatigas e incomodidades. Nos damos perfecta cuenta de las penurias del viaje de Weddell en esos tiempos, recordando lo que sufrimos personalmente, viajando de Sorata a Tipuani, Challana y Guanay en 1933, también con fines de estudio de los quinales silvestres, cuando el gobierno de Bolivia, intentaba montar una fábrica de sulfato de quinina en La Paz. Con todo, a pesar de sus sufrimientos, descubre nuevas quinas que las distingue entre los otros árboles del bosque, por el brillo de sus hojas y el suave olor que exhalan. Más tarde llega nuestro viajero a lo que era antes la provincia de Caupolican asiento de las misiones de Apolobamba del coloniaje y se ocupa de tratar de mejorar la vida de los nativos enseñándoles a fabricar una máquina de madera para moler la yuca y así preparar un pan nutritivo y distribuyéndoles sulfato de quinina para curar sus tercianas al mismo tiempo de restablecer su propia salud con un periodo de descanso. En este estado de cosas, el Subprefecto de Apolobamba, le hace saber que hay un estado de guerra entre Bolvia y el Perú y que ha recibido instrucciones del gobierno de Bolivia para cerrar toda salida al Perú. El plan de Weddell había sido seguir al norte de Apolo siempre entre los bosques de quina de uno y otro país y así pasar al Perú. La guerra hizo impracticable ese su itinerario, viéndose entonces obligado a transmontar de regreso, la Cordillera por Pepelucho y llegar otra vez al Lago Titicaca para luego proseguir hasta La Paz, donde pediría un salvo conducto al Presidente de la República, José Ballivián, aunque todo el mundo le decía que no lo obtendría. La víspera de su arribo a La Paz, había estallado una revolución en esa ciudad y el Presidente asaltado de noche en al Palacio, tuvo que escapar en camisa por la ventana sufriendo serias contusiones en los pies. Weddell curó las maltrataduras del General Ballivián, quien en reconocimiento y una vez restablecido el orden, le entregó todos los papeles necesarios para la prosecución de su viaje. En estas condiciones, aborda el territorio peruano por el norte no sin causar terror a su paso con su caravana bien armada y equipada que es tomada como la avanzada del ejército boliviano. Ya en uso de sus recomendaciones oficiales del Perú, obtenidas antes en Arequipa, resuelve establecer el centro de sus operaciones en Villa Real de San Juan del Oro, pero al llegar a ese lugar no encuentra sino una choza miserable habitada por una india anciana comiendo una papa asada. Continúa algunas leguas más hasta Tambopata donde sus cartas de recomendación, ponen a su disposición a un tal Martínez el cascarillero más hábil de esos valles y es así que en el célebre distrito de Carabaya, se le presenta la mejor oportunidad de estudiar detenidamente las quinas hasta haber reconocido quince especies diferentes de estos preciosos árboles sin contar el incremento de sus colecciones generales. En fin, después de su quinta travesía de la cordillera Andina, llega de regreso a Cuzco donde vive un solo francés, M. Romaninville y se sorprende al encontrar otro explorador quinólogo, M. Delandre, de la Casa Pelletier, Delandre y Llevaillant. En compañía de Delandre, Weddell hace una última excursión a los bosques de Santa Ana y vuelve de allí rápidamente a Arequipa. En Arequipa, le esperaban ofertas seductoras como la de una selecta clientela para médico y la de una cátedra en la Universidad. Podía, Weddell abandonar sus enormes colecciones de plantas enviadas sucesivamente a Francia con un total de 4.754 números, que él solo podía estudiarlas ulteriormente y el fruto de tanta labor sacrificada que había realizado en tantos años?. Estas promesas de una vida fácil ni los ruegos de su familia política atribulada, pudieron doblegar su vigoroso espíritu de hombre de ciencia que no se debe a si mismo sino a la Humanidad y es así que se lo ve embarcarse en Lima, el 8 de diciembre de 1847 con dirección a Europa por Cabo de Hornos. Llega de regreso a Francia el 29 de Marzo de 1848 después de cinco años de su partida para América del Sud. Llega a Francia en una época de disturbios internos que segun M. Fournier sellan una de las páginas más sombrías de las discordias civiles de Francia y se lo ve demostrar un coraje extraordinario en una de las nefastas jornadas de Junio, cuando al cruzar el Jardín de Luxemburgo donde se batían los revolucionarios, recoge sobre sus hombros a un hombre herido y lo lleva para curarlo hasta la farmacia vecina, no sin reconocer en la víctima al hijo de su colega Profesor Achille Richard.

El Conde de Castelnau, después de las penurias de su expedición a la América del Sud, había regresado a Francia por el Pará en compañía de M. Deville en 1847, encontrando al igual que Weddell, su país en completa desorganización administrativa y financiera, que no ofrecía posibilidad par la publicación de la "Historia del viaje". Por otra parte, ya hemos mencionado que el otro miembro de la Expedición M. d´Orsay fue asesinado en el Brasil, perdiéndose así los papeles oficiales de la Expedición que se encontraban a su cargo. Los guías indios de M. d´Orsay, lo habían muerto para robarle los instrumentos astronómicos de cobre que tomaron ellos por oro macizo. Cuando la publicación de la "Historia del Viaje", fue posible con la intervención de la Librería Bertrand y después con la colaboración del gobierno, Weddell elaboró de la fuente del manuscrito de su diario y de otras colaboraciones, la mayor parte del material que debía componer esa "Historia del Viaje" de la Expedición Castelnau y además sus croquis de rutas sirvieron para la preparación de más de la mitad del atlas que acompaña a la obra citada. Sin embargo Weddell, no esperó esta publicación para empezar la de sus descubrimientos botánicos. De inmediato apareció su "Revisión del Género Cinchona", en los Anales de Ciencias Naturales, de Julio de 1848 y un año después, su "Historia Natural de las Quinquinas", publicadas en las Memorias de los Sabios Extranjeros. Weddell definió los límites del Género Cinchona por sus cápsulas que se abren de la base al ápice y además dio el rango de género a al sección Cascarilla de Endlicher, revelando además que las especies de este último género, no contenían quinina ni cinchonina. En cuanto a especies, Weddell hace conocer ocho nuevas especies oficiales de Quina y entre ellas, la famosa Cinchona Calizaya Weddell, que proporcionaba la Quina amarilla real. La obra magistral ya mencionada, contiene la descripción detallada de las cortezas correspondientes a las especies, su histología y su distribución geográfica sobre la vertiente oriental de los Andes entre las alturas de 1,200 y 3,270 metros sobre el nivel del mar. Estos límites, por lo que refiere a Bolivia, varían algo, sobre todo en el nivel inferior.

Adrián de Jussieu al referirse a la "Historia Natural de las Quinquinas" en una comunicación a la Academia de Ciencias, en Junio de 1849 ya llamó la atención sobre la necesidad de controlar de algún modo la explotación de la Quina indicando al mismo tiempo como otro remedio al peligro de agotamiento de esta preciosa droga, la multiplicación por cultivo de los árboles que la suministran. El papel que jugó Weddell en lo que se refiere a los primeros planes de cultivo de la Quina, fue preponderante, pues él fue el primero que llamó la atención de los gobiernos europeos sobre esta necesidad y quien llevó en los bolsillos de su pantalón, las semillas de Cinchona Calisaya hasta llegar a París y enviarlas al Jardín de Plantas para que fueran sembradas en un invernadero bajo el cuidado de M. Houllet. Se sabe que muchas de estas semillas, germinaron perfectamente. Los envíos hechos por la Administración del Jardín de Plantas a Hamma en Algeria, no dieron ningún resultado, seguramente por la enorme diferencia existente entre los Montes Atlas y los Andes. Se sabe sin embargo que M. de Vriese, profesor de Botánica en Leyden, encontró en París, el año 1851, en el establecimiento hortícola Thibaut y Ketelier, un hermoso ejemplar de Cinchona Calisaya, que lo compró y que vino a constituir, la primera verdadera Calisaya importada más tarde por Holanda a Java. Por otra parte, las primeras plantas de Quina llevadas a las Indias Británicas en el intento de cultivo de estas plantas por el Gobierno inglés y a cargo de M. Frournier, provenían así mismo de las semillas germinadas en el invernadero del Jardín de Plantas.

Un gran mérito de Weddell, que según su biógrafo Fournier, pasó desapercibido, el relativo a sus observaciones sobre la heterostilia de las flores de las Quinas, descrita detalladamente en su "Historia Natural de las Quinquinas" y que más tarde fueran constatadas en las Primulas por Darwin en Inglaterra. Además Weddell, relaciona con este dimorfismo floral, otros caracteres de las Quinas y así, anota que los individuos con estambres largos en sus flores, tienen al mismo tiempo las hojas más coloreadas y la corteza más gruesa y que los indios reconocen a estos árboles como machos, en contraposición de aquellos con estambres cortos y estilo largo, que don árboles hembras. Al mismo tiempo que preparaba y súper vigilaba la publicación de sus trabajos quinológicos, Weddell tenía otro objetivo más general, la ordenación y estudio de las plantas que coleccionó en su viaje, que las envió paulatinamente y que a su llegada a París, ya estaban envenenadas y listas para su estudio. Comenzó por ordenarlas en grandes grupos y las etiquetó una por una, de su propia mano. Como era aún joven y alentado por el deseo de todo explorador botánico planeó el arduo trabajo de clasificarlas personalmente y así empezó por las Apétalas, grupo en el cual pensaba encontrar las mayores novedades. Muy pronto, se dio cuenta de que este trabajo sobrepasaba sus posibilidades, ya que se encontró en los herbarios, con numerosas colecciones de plantas no clasificadas, procedentes de los mismos países visitados por él, de la parte septentrional de la América del Sud y de otras regiones del Continente que él no visitó. Tenía, pues, por delante numerosas colecciones de plantas no determinadas, correspondientes a las colecciones de Martius, Saint-Hilaire, Justin Goudot, Gaudichaud, Gardner, Linden, Funck y Schlim, Blanchet, Claussen, Pentland y otros. Comenzó la publicación de sus novedades botánicas en los Anales de Ciencias Naturales con una introducción sobre su viaje mismo. Trató la Cycadaceae, luego las Metacedaceae describiendo algunas especies nuevas, después las Polygonaceae, que le dieron muchas novedades hasta llegar a las Urticaceae, que demandaron una labor ardua porque abordó monográficamente los géneros y se embarcó en el examen microscopico de los cistolithos. A esta altura de los trabajos taxonómicos de Weddell, se produjo un hecho importante en el Museo de Ciencias Naturales, relacionado con el personal y que lo promovió a un cargo de jerarquía. M. Decaisne, remplazó a M. de Mirbel en la cátedra de cultura, dejando libre el puesto de asistente naturalista adjunto a la cátedra de Botánica rural. Como Adrián de Jussieu ya había demostrado una gran predilección por el joven naturalista Weddell pronosticando su futuro promisor y todo hablaba a su favor, se le distinguió con el nombramiento para aquel puesto vacante y así, el 1º de Marzo de 1850 asume nuestro explorador botánico, el cargo de ayudante naturalista y muestra desde ese momento un mayor celo para la clasificación de las valiosas colecciones de plantas existentes en el museo y en particular de aquellas procedentes de las regiones visitadas por el. Etiquetó de nuevo las colecciones del Humboldt en las que todavía encontró especies no descritas, ya que después de los trabajos de Bompland, Willdenow y Kunth. En esta época pasaba sus horas entre sus estudios botánicos, consagrados entonces a las Balonoforaceas, la publicación del Viaje de M. Castelnau, su propio viaje en el sud de Bolivia y las fruiciones de la familia que se había aumentado, cuando se le presentó una nueva eventualidad que él aceptó y que sus biógrafos la consideran como una adversidad en su vida de naturalista, su segundo viaje a la América del Sud.

Como se ha dicho, la familia de Weddell, había aumentado, él había desdeñado el ejercicio de la profesión de médico, el sueldo anual de asistente naturalista del Museo, era apenas de 2.000 francos y la fortuna de su padre no pasaba de ser para él sino una esperanza. En esta situación entra en relaciones con una compañía que se había organizado para explotar los yacimientos auríferos del Río Tipuani en Bolivia. Weddell, conocía el país, tenía amistad personal con el Presidente, de quién podía obtener los permisos necesarios y también conocía a muchos administradores mineros de Tipuani. Titubeó cuando el Museo quiso confiarle una nueva misión de estudio, pero al fin partió, embarcándose el 17 de Febrero de 1851. A pesar del patronato del Museo, este segundo viaje no debía ser tan fructífero como el primero para la Ciencia. Con todo, al atravesar la cordillera, ya en el desfiladero de Sorata y bajando a lo largo del río Tipuani, recogió los restos de lo que él mismo había cosechado antes y en fin hizo como dice su biógrafo M. de Fournier, lo que cualquiera habría hecho, reunir paquetes y más paquetes de plantas. Sin embargo, al atravesar la vertiente oriental de los Andes y franqueando la llamada "Ceja de la Montaña" realizó un trabajo muy importante, anotó cuidadosamente la aparición y desaparición de algunas especies vegetales en relación con la altura que tomaba con su aneroide. Estas anotaciones, no fueron publicadas por Weddell, que en la relación de su segundo viaje, se ocupa principalmente de las costumbres y las industrias de los países que había atravesado y sólo accesoriamente de los detalles de la vegetación. Sería interesante dice M. de Fournier que alguna mano amiga aprovechara esas observaciones de Weddell en relación a las plantas coleccionadas por él y posteriormente por M. Mandon para hacer un importante trabajo sobre las relaciones de la vegetación de los flancos del Illampu y la de otros puntos de la América del Sud.

De vuelta a Francia, afines de 1851, Weddell, retornó sus trabajos de antes y entre estos, sus "Adiciones a la Flora de la América del Sud", aparecieron en diciembre de ese mismo año. La publicación de los resultados del segundo viaje interfirió la continuación de sus trabajos sobre los del primero, sin considerar los incidentes diversos que todavía complicaron más el curso de su labor sistemática de clasificación iniciada al final del primer viaje. Era tan enorme el material coleccionado en sus dos viajes y tan grande su cúmulo de sus observaciones, que muchas veces se apartó de sus funciones de ayudante naturalista del Museo, abordando cuestiones ajenas aunque de un gran valor para la Ciencia en general; así su "Noticia sobre la coca", escrita sobre su testimonio ocular respecto al uso de esta droga, fue copiada después por muchos autores y abrió un campo nuevo a las investigaciones posteriores sobre las que la terapéutico, no ha dicho aún su última palabra. Pues, bien, al apreciar la magnitud del trabajo que tenía por delante sobre la Flora Americana, resolvió Weddell, concentrarse a un cuadro más reducido y concreto capaz de ser llenado con sus esfuerzos y de esta manera, nació en él, el plan de su "Chloris Andina". Después de haber atravesado por lo menos once veces, las altas cadenas andinas de Bolivia y el Perú, complementando cada vez, lo que no había cosechado antes, tenía pues una visión completa de la flora alpina situada entre dos zonas que a su vez ya fueron estudiadas por otros naturalistas, así Colombia al norte por Humboldt y bompland y Chile al sud por Claudio Gay. Ahora tenía la oportunidad de describir también las plantas secas que habían coleccionado otros exploradores. Si bien el plan todavía era muy vasto dice M. Fournier, era digno de este autor, quien se puso a su ejecución con toda su energía. En 1854 estaba ya listo el primer volumen de "Chloris Andina" no siendo nada difícil su publicación, ya que aparecería asociado a las demás publicaciones de la Expedición Castelnau pagadas por el gobierno. Weddell al escribir esta obra, adoptó nuevas bases para la delimitación de los grupos sistemáticos, saliendo frecuentemente de las normas clásicas establecidas por el autor de Genera Plantarum. A medida que trabajaba, sentía la necesidad de materiales más completos que él hubiera querido procurárselos con un tercer viaje, aunque inesperadamente, la buena suerte le puso frente a una feliz circunstancia que le proveería lo que requería sin exigir de él una nueva separación de su familia. Un excelente hombre que entre varios botanistas, seguía las herborizaciones de Adrián Jusseiu y que trabajaba en los dominios privados de la familia de Orleans, llamado Gilbert Mandon, había perdido su puesto a raíz de la revolución de 1848. Weddell se interpuso para hacer conseguir a Mandon, un puesto rentado en una empresa industrial que se organizaba en Sorata y de este modo Mandon comenzó ha hacer llegar a Europa sus valiosas colecciones conteniendo un gran número de especies nuevas en 1861. Este material proporcionó una fuente nueva de ejemplares preciosos a los naturalistas y en particular a Weddell. Un año después de la aparición del primer volumen de "Chloris Andina", es decir, en 1856, salió a la luz la "Monografía de las urticaceae" en cuya preparación detenida, puso Weddell todo su empeño sin haber dejado de visitar el Herbario de Kew donde fue bien recibido por los conocidos botánicos ingleses Sir W. Hooker y Dr. J. D. Hooker y con quienes siempre mantuvo relaciones muy cordiales a pesar de haber sostenido con el segundo de ellos, una muy cortés polémica sobre algunas bases taxonómicas, relativas a las Balanophoraceae sobre las que el autor británico, tenía casi lista una Memoria importante. En esta época, ya era notoria la gran reputación científica de Weddell que de simple ayudante naturalista del Museo de París, había llegado a ser un maestro y a figurar en una lista de candidatos para la Academia de Ciencias. Sus amigos, con mucha complacencia, esperaban verlo muy pronto en primera línea, cuando un nuevo acontecimiento vino a afectar el curso de su carrera. Su padre, ya viejo de 80 años había decidido dejar París en 1857 para ir a radicarse a Bagueres Bigorre y Weddell que a la muerte de su hermano mayor era el mayor de la familia filial, no pudo menos que seguir el designio paternal y posponer indefinidamente la terminación de su "Chloris Andina" ya que en su nueva residencia, no disponía para sus comparaciones del rico material que el había cosechado en sus viajes y depositado en el Museo de Paris sin dejar nada para el, teniendo en consideración que el Museo había pagado sus gastos de exploración. En Bagueres de Bigorre, podía estudiar Weddell, la flora de los Pirineos para alimentar su labor botánica; pero en ese tiempo M. Filipe acababa de publicar las plantas basculares de la región con lo que Weddell no tuvo más remedio que ocuparse de las criptógama, dedicándose en concreto a los líquenes pero no por sí solo. Solicitó la dirección de M. Nylander, el único que podía ayudarle en Francia sobre la investigación de ese capítulo de la botánica y así se lo ve todavía en 1872 visitar en su compañía del lado oriental de los Pirineos y en esta ocasión gozando también de la hospitalidad de M. Naudin en Collioure La Lichenografía debe en relación a sus trabajos de esta época observaciones de una gran importancia taxonómica aunque debido a su libertad de pensamiento, tuvo que abstraerse la ira de sus maestros liquenólogos y entre ellos de N. Nylander. Su padre Samuel Weddell deseando en esa época cambiar nuevamente de residencia a algún lugar central de Francia, fue a parar con su hijo Hugo a Poitiers, donde a su vez residía Gilbert Mandon desde 1861, después de su vuelta de Bolivia y en posesión de sus plantas coleccionadas en las vecindades de Sorata en Poitier Weeddell volvio sobre sus primeros y caros estudios de las plantas bolivianas utilizando el material de Mandon en el que encontró mucha novedades. En la determinación de estas valiosas colecciones, trabajó en colaboración con Schultz Bipontinus y M. Kutzing, hasta la muerte de Mandon en 1867, que rompió bruscamente esa amena comunidad de botánicos. Weddell se resignó a continuar en Pointiers ciudad literaria y amiga de fiestas en medio de un cenáculo de botánicos del que él era el alma y al que pertenecieron M. Poirault, profesor de la Escuela Secundaria de Medicina, M. Guiteau, M. Constantin y M. J. Richard, distinguido magistrado a quién se debió muchos descubrimientos publicados por M. Nylander. El "Catalogo de las plantas de Viena", de reciente publicación, en esa época debió mucho a las herborizaciones echas dentro de esta sociedad intima en la que Weddell esparcía las enseñanzas de Adrian de Jussieu. Entre tanto trabajaba también Weddell en una segunda edición de su monografía de las ulticaceae y preparaba en colaboración con M. Tulanei la de las podostemaceae, coleccionadas y observadas por el, en los rápidos del Río Tocantins. Por otra parte revisaba sus notas sobre la Quinología que no había abandonado nunca y ayudado por las publicaciones sobre esta materia de Pabón y Mutis y alentado por la amistad y colaboración de J. E. Howard compiló los conocimientos sobre este tema respecto de los caracteres botánicos y químicos de las Cinchonas en una memoria intitulada"Notas sobre la Quinquinas" que suscito un gran revuelo y críticas entre los especialistas.

En 1870, estalló la guerra Franco Prusiana y cuando los ejércitos Prucianos alcanzaban victorias en el oeste su familia quiso abandonar Francia y esta vez Weddell supo resistir la demanda de su padre convencido de que podía y quería ser útil a Francia. En efecto estableció en su casa una ambulancia donde curaba a los heridos, mientras que las señoras confeccionaban ropa para enviar a los prisioneros franceses en Alemania. Su caridad llegó a ser proverbial durante esta guerra. Un día cuando iba en pleno invierno, el diciembre de 1870, por el paseo de Blossac, convertido en vivac militar, encontró al subteniente M. Dubost que se quejaba del frío al no haber recibido otro alojamiento que el parque abierto, para el y sus quince soldados que había hecho una marcha de quince días y no vaciló en llevarlo con su gente a su casa donde no teniendo ya mas sitio para alojar, se deshizo de sus plantas y habilitó una galería envidriada que le servia de invernadero como refugio de los soldados. Por desgracia para la ciencia, este raro hombre, en exceso generoso, aún siendo extranjero no supo poner límite a su contribución cívica para la defensa de Francia y allí en Pointier, por entonces límite de la invasión alemana pidió voluntariamente hacer guardia nocturna soportando el frío glacial del invierno. Desde esta época datan precisamente las primeras alteraciones graves de su salud y el origen de su enfermedad cardiaca que más tarde hizo crisis fatal. Ya en la primavera de 1871, se repuso y abrió su casa a algunos amigos, entre los que se presento inesperado M. Brogniart, que había ido con su familia a Poitiers a buscar un refugio. Por esos días había muerto M. Hugo Mohl, dejando una vacancia entre los correspondientes de la sección de botánica y M. Broniar patrocino para ese puesto la candidatura de Weddell que sin ninguna dificultad, triunfó el 5 de agosto de 1872.

Fue tan activa la vida científica de Weddell, que aún después de haber desviado su atención al estudio de los líquenes y se sus achaques cardíacos, aun se proponía publicar el tercer volumen de su gran obra "Chlrois Andina". Corrigió todavía las Apétalas y Monografisó las Gramíneas de los Andes. No llegó a publicar por entero su estudio del género Deyeuxia por que el Boletín de la Sociedad Botánica de Francia de 1875, no contiene sino la clave dicotómica de las especies cuyas descripciones completas, quedan escritas de su mano. Este material según su biógrafo M. Fournier espera alguna mano amiga para la preparación del tercer volumen de "Cholris andina" cuya aparición tanto acaricio el insigne naturalista. En los últimos años de su vida, su enfermedad, la angina de pecho le impedía trabajar como la había hecho antes, aunque conocedor de la gravedad de su dolencia ocultaba todavía con su sonrisa su verdadero estado a fin de no amargar a los suyos. Todavía celebró el centenario de su padre en medio de sus hijos y el 22 de julio de 1877 apenas a la edad de 58 años murió de un ataque de angina de pecho, en la oficina del prefecto de Poitiers sonde había ido a tratar sobre la exposición universal.

Esta biografía, la insertamos como pieza inaugural de nuestra nueva sección de la revista de agricultura, porque corresponde aun sabio de élite que hizo de su relativamente corta existencia un apostolado de abnegación y de servicio a la ciencia universal y al conocimiento botánico de los andes del Perú y Bolivia en particular. Las biografías de los hombres de ciencia como Weddell, son las mejores cátedras de la vida y los ejemplos más positivos de lo que vale en rendimiento para la humanidad, la vida de un solo hombre.

Para terminar este resumen biográfico consagrado a Hugo Algernon Weddell, transcribiremos a continuación los títulos de sus trabajos que interesan particularmente a la América del Sud y que forman parte del total de 56 publicaciones catalogadas en la "Noticia Biográfica" de M. Eug. Fournier.

1.-Revue du genre Cinchona (Ann. Sc. Nat. 3° serie, t. X, janvier 1848)

2.- Sur le Cephaelis Ipecacuanha, son mode de vegetatión et son exploitation dans la province de Matto-Grosso, au Bresil (Ann.sc. nat., 3° serie, t. XI 1849)

3.-Additions a la Flores de l’ Amerique du Sud (Ann.sc.nat., 3° serie, t. XIII, janvier-avril 1850; t. XVIII, avril 1852.- Le recit du voyage compris dans ce memorie a eté traduit dans le Journal de la Societé d’ Horticulture de Londres (t. VI 1851, pag. 161-199).

4.-Histoire Naturelle des Quinquinas, ou Monogrphie du genre Cinchona, suivi d’ une description du genre Cascarilla et de quelques autres de la meme tribu (1 vol. In. Fol., avec 35 planches dont 3 coloriées, janvier 1850).

5.- Voyage dans le sud de la Bolivie (1 vol. In 8° , de 400 pag., Paris 1851). Ce volumen forme le tome VI de l’ Histoire de l’ expedition, dans les publications du voyage de M. Castelnau.

6.- Apercu d’ un voyage dans le nord de la Bolivie et dans les parties voisines du Pérou (Bulletin de la Societé de geographie mars 1852).

7.- Voyage dans le nord de la Bolivie et dans las parties voisines du Perou (1 vol. In8° de 570 pag. Avec une carte. Perís 1853).

8.-Notice sur la Coca, sa culture. Sa preparation, son emploi et ses propietes (Memoires de la Soc. imp.d’ agriculture, 1853).

9.-Revur de la famille des Urticées (Ann. Sc. Nat., 4° cerie, t.1er.,pag. 54).

10.- Surl’ extraction du caoutchouc (Bull. de la Soc. bot. de France, t. 1er, pag. 350).

11.- Sur quelques ecorces oficinales ((Bull. de la Soc. bot. de France, t. II, pag. 149).

12.- Sur l’Origine botanique du Quinquina rouge oficinal (Ibid., p. 437).

13.- Chloris andina, ou Essai d’ une Flore de la región alpine des Cordilleres de l’ Amerique du sud (2 vol. In 4° , Paris 1855-1857. Cet ouvrage forme la sixieme partie de l’ Expedition dans l’ amerique du Sud de M. De Castelnau).

14.- Monographie de la Familia des Urticées (Extrait des Archives du Museum, t. IX; 1 vol. In 4° , avec 20 planches, París, Gide et Baudry, 1856). II se trouve un petit extrait de cet ouvrage dans les Annales des Siences Naturelles (4° serie, t. VII).

15.- Notice sur l’Ahipa el l’ Aricoma, plantes alimentaires du Aut. Perou (Ann. Sc. Nat. 4° serie, t. VII, 1856).

16.- Memoire sur le Gynomorium coccineum, parasite de l’ ordre des Balanophorées (Archives du Mureum, t. X, París, 1860).

17.- Plantas inedites des Andes (Ann.sc. nat., 5° serie,t. 1er, pág. 283)

18.- Sur le nouveau genre Mandonia. Bull. de la Soc. bot. de France, t. XI, p. 50)

19.- Notice sur M.G. Mandon (Bull. de la Soc. bot. de France, t. XIV, p. 10)

20.- Sur la culture des Quinquinas (Actes du Congrés international de Botanique, 1867. p. 37)

21.- Monographia Urticacearum (formant le tome XVI du Prodromus, 1869).

22.- Notes sur les Quinquinas (Ann. sc. nat., 5° serie,t. XI et XII, 1870)

23.- Sur les Podostemacées en general et leur distribution geographique en particulier (Bull. de la Soc. Bot. de France, t, XIX, p.50).

24.- Monographie Podostemacearum (dans le tome XVII du Prodramus, 1873).

25.- Les Calamagrostis des hautes Andes (Bull. de la Soc. bot. de France, t. XXII, p. 270).

26.- Sur l’ avantage qu ‘il aurait a remplacer la quinine para la cinchonidine dans le traitement des fiebres intermitentes (Comptes rendus, seance su 22 janvier 1877).

Cochabamba, abril de 1952.