Prologo

Cevallos W.

Director y Catedrático de Agricultura General


Amén de llenar una forma casi consagrada por la costumbre, cuál es la de presentar una publicación bibliográfica precedida de algún exordio, cabe en el presente caso no solo la satisfacción producida por la vida de una nueva revista de cultura y de ciencia, sino también el realce que esta nueva publicación adquiere al provenir de una seria e ilustre Universidad boliviana.

En efecto, es la Escuela o Facultad de Agronomía de la Universidad "Simón Bolivar" de Cochabamba que comienza con este número, la edición de estudios, investigaciones, planes, exposición de experiencias y de cuanto signifique disciplina agraria en su relación científica y de aplicación.

La publicación de una revista de tal índole constituye un magnífico alarde de espíritu y de razón práctica. Los problemas de la tierra, la sed de los suelos, el abastecimiento de mercados con productos propios a base de precios sociales y no de lucro, el romper la tierra, en fin, para sembrar y para comer, en cualquier tiempo y país, serán siempre la atención prima del estado y el estímulo de la investigación científica.

Es así, cómo corresponde a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Cochabamba, el mérito de abrir más aún las puertas de la investigación y dedicación agrícolas con la publicación de la revista a cuya iniciación asistimos. Son acaso la geografía los agentes naturales y la tradición del granero de Bolivia, quienes se concitan para empujar a esta parte del territorio a constituirse en la vanguardia, entre otros aspectos, de los estudios de la agricultura y de su consiguiente tecnologización.

Trascendental es este estudio, pues resulta más importante la dedicación al trabajo de la tierra reproductible, cuanto menos lo es al de la tierra irreproductible. Agro versus mina. Suelo fecundo, prolífico, con abonos y técnica. Subsuelo una vez explotado, jamás reproductible. Mientras el trabajo agrícola hace hinchar óptimos los surcos más y mas cada año, el trabajo minero deja en sus socavones inmensas e inservibles tumbas vacías. El hombre de la mina no goza sus productos que se van al extranjero y muere de la mina.

Es evidente que una y otra son industrias extractivas, que la minería rinde al estado mayores sumas por concepto de impuestos, que goza hoy del beneficio de utilidad pública declarada. Empero, su ventaja es transitoria sin garantía para el futuro. La minería es una industria reexterminio de las riquezas naturales. No así la agricultura.

Muchas y muy hondas consideraciones derivan de la importancia cada vez mayor de la agricultura. Su rol social y económico es relevante en países como en el nuestro, en el cual el suelo es rico y el pueblo es pobre.

De ahí que la revista agrícola de la Universidad, palabra oficial de ella, venga a ocupar sitio de preferencia.

Dentro de las repercusiones de la guerra actual le ha correspondido a Bolivia su parte, la cuál vista desde el punto que tratamos y entre otros, nos ha hecho conocer por boca de técnicos oficiales norteamericanos que vinieron a observar nuestra capacidad económica, una información en la que la agricultura aparece como principal y perentoria necesidad. La profunda y cruda información del juez Magruder recalca la desnutrición del pueblo boliviano.

Juzgamos acendradamente, patrióticamente, que hay que golpear los oídos del estado, exigiendo atención al problema de la agricultura que hasta hoy es descuidado en Bolivia.